¿Por qué continuar
con un alcalde que gestiona nuestro espacio público como espacio privado y para
el negocio?, ¿para qué continuar con un alcalde que propone una ciudad en la
cual no me puedo encontrar con la y el otro? Y finalmente, ¿cómo seguir con un
alcalde que hace de la administración de nuestra ciudad su propio
negocio?
S.E.
A
Peñalosa nos lo aguantamos una vez en el 98,
con amplias “políticas fiscales”
de aumento del gasto público en la construcción de los necesarios
bolardos, cada bolardo a centímetros del
otro, viendo en ellos el comienzo de su política para recuperar el espacio
público. Hoy después de 18 años, sus políticas no han cambiado y un año de
gobierno fue suficiente para ver que su proyecto se queda en la ciudad como su
propio negocio.
Primero
partimos de lo público desde el territorio, donde políticas de despojo como la
gentrificación han sido una constante,
como lo muestra la intervención en el Bronx y sus alrededores dando
prioridad al Plan Centro están desplazando muchas familias, en un proyecto de
intervención privada de largo plazo, teniendo en cuenta claro, el
desplazamiento a la fuerza de los habitantes de calle por el resto de la
ciudad, en los caños, en muchos más barrios, dejando de lado el tratamiento de
estas personas por medio de políticas públicas, llegando al uso extremo de la
violencia por parte del Estado para erradicar a los habitantes de calle.
Dos,
más allá de perspectivas ambientales y la afectación a espacios como la reserva
Vander Hamer, por qué el proyecto de expansión de ciudad de Peñalosa sigue
siendo la construcción en las periferias. Poco importa que la gente hoy se
demore más de dos horas de su casa al trabajo, por el contrario a ello se suma
una propuesta de aumentar el costo del transporte. Qué tal si a esto se agregan
los impactos ambientales de arrazar con una reserva como esta.
Tres,
con la idea de recuperar el espacio público, para que la gente “lea un libro al aire libre, tome fotos y
ande en bicicleta” el alcalde ha desalojado a la fuerza a los vendedores ambulantes de diferentes
puntos de la ciudad, en la calle 72, en la calle 19, en el centro, la Plaza de
Bolívar, Ricaurte, en los alrededores de los centros comerciales Centro Suba y
Subazar, entre las carreras 91 y 92 con calle 145, y el parque de los
Periodistas. Poco han importado unas cifras de desempleo altísimas
y un subempleo que facilmente es 10 veces mayor, condición que lleva a la gente
a rebuscarse el sustento diario vendiendo dulces o lo que encuentren en
espacios como la calle y el servicio público; de hecho la intervención oficial
del Distrito para “recuperar” el espacio público hasido la fuerza, sin que
medien alternativas reales para que la gente trabaje en condiciones “formales”.
"Es un camión enorme con
muchos policías adentro dispuestos a robarte toda la mercancía. Yo apenas los
veo, corro. ¿Qué más puedo hacer? ¡Tengo 75 años! Yo ya no sirvo para trabajar
en otra cosa, para eso están los jóvenes". Así, relata doña Carmen la situación que
vivie diariamente .
Cuatro,
el centro de Bogotá puede estar llegando a una burbuja inmobiliaria que podría
explotar, los precios siguen aumentando mientras las condiciones siguen siendo
las mismas; el economista y profesor universitario Joseph Stiglitz afirma que “una burbuja se define
como la presencia de precios altos, explicados únicamente por las expectativas
de los inversionistas sobre un alto precio de venta en el futuro y no por sus
fundamentales”.
Ahora,
desde la perspectiva de las instituciones públicas, se centra en la privatización de estos activos,
como está pasando con la ETB y la empresa de energía de Bogotá, para financiar
sus promesas de una Bogotá a su imagen y semejanza. A pesar de contar con
rendimientos positivos dichas empresas tienen ahora, bajo la mirada de “Kike”,
una función social de permitir reditos por medio de su venta para proyectos de
gobierno, abandonando su función pública, que entre otras permite que se redistribuya la riqueza y se garantice el acceso a derechos esenciales de
los bogotanos como se hace en parte con las tarifas bajas que la ETB cobra a los
estratos 0 y 1. Por la gestión de estos servicios públicos no se rige exclusivamente por el
principio de rentabilidad económica,
sino por principios de reparto necesario y suficiente, para cubrir necesidades
sociales.
Resulta
apenas consecuente, como respuesta a estos proyectos del gobierno distrital una
condición de ingobernabilidad, sumarse a las movilizaciones de los vendedores
ambulantes, a las firmatones por la revocatoria de “Kike”, a las marchas anti
taurinas, a las movilizaciones estudiantiles por presupuesto para la educación.
Apostando por el emplazamiento de las políticas de un alcalde que hace de la administración de nuestra ciudad
su propio negocio
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