En la Comisión primera del
Senado nuevamente se está agenciando la discusión de un nuevo código de policía
que aumentaría las penas y multas existentes para diferentes delitos, además de
tipificar otros nuevos, hecho que genera una gran preocupación al plantearnos
la siguiente pregunta: ¿Qué estamos dispuestos a entregar por la sensación de
seguridad?
Lo que se ha presentado en
este nuevo intento de código de policía, por un lado se puede enmarcar en la
profundización de lo ya existente, es decir, la doctrina de seguridad ciudadana,
que ha implicado el aumento sustancial
en el pie de fuerza policial que suele dividirse las ciudades en cuadrantes,
que por medio del control territorial generan la militarización de la vida. Además de permitir la presencia casi
permanente de la policía en varios aspectos de la cotidianidad, el actual
código ha mostrado un aumento en los
casos de violaciones a los derechos
humanos que se pueden evidenciar en el número de capturas de manera ilegal, que
como se ha denunciado responden a una política de beneficios principalmente de
carácter económico a quienes presenten un determinado número de capturas en un
límite de tiempo establecido, fomentando lo que suelen llamarse falsos
positivos judiciales. Así mismo bajo el código de policía vigente se ha
generado un aumento en los casos de brutalidad policial, en especial contra
ciertos sectores sociales que suelen ser los más estigmatizados y abandonados
por el establecimiento tales como la comunidad LGTBI, los desplazados y los sectores
más periféricos de las ciudades, así como economías informales e ilegales
producidas en el rebusque de poder sobrevivir.
Además de ahondar en la permisividad para que la
policía cometa arbitrariedades, el nuevo código de policía a la manera del uribismo
recalcitrante de algunos años retoma el concepto de la red de cooperantes
convirtiendo a la población civil en denunciantes y colaboradores de una
doctrina que resulta permitiendo la criminalización de todo aquello que se
publicite como “peligroso para la seguridad ciudadana” y “afín al terrorismo”
(Entiéndase cómo cualquier acto de protesta o cualquier forma de organización
barrial, juvenil o política que pueda plantear acciones contestatarias al poder
de turno) patrocinado con una disposición logística sustentada en la
adquisición y el uso de tecnología de seguridad como cámaras y micrófonos para
la vigilancia continua de la población, y que entre otras es un negocio
internacional millonario que ha venido enriqueciendo a ciertas empresas.
Dentro de los varios
debates que genera la propuesta de este nuevo código por un lado está el de la
ciudadanía, que es una categoría en
disputa entre diferentes proyectos de ciudad, donde se lo liga a la
legalidad y al cumplimiento de sus
deberes para que puedan ser cumplidos sus derechos, siendo esto un criterio
diferenciador de lo que hace buenos ciudadanos y malos ciudadanos, en las
cuales los segundos no hacen cumplimientos de un legalidad, ni el cumplimiento
de unas pautas de comportamiento que hasta el momento no están escritas a modo
de ley, pero que de cierto modo intentan
ser pasadas a este plano, razón por la cual sujetos que no puedan ser
considerados buenos ciudadanos deben ser penalizados. Si vemos en este nuevo proyecto
de código de policía se penalizan las conductas que son consideradas como poco cívicas,
en especial las que atentan contra la gran propiedad privada, tal como podemos
observar en el largo compendio de reglas que se plantean en cuanto al daño a
Transmilenio, eso, sin dar cuenta de que muchas veces la pequeña propiedad
continuamente es violentada por la policía misma, hecho que se agudiza con
artículos como presentados en este código que permiten la entrada de la policía
sin necesidad de ordenen judicial violentando entre muchos otros el derecho a
la privacidad de las personas. En definitiva, el proyecto de nuevo código de
policía, busca utilizar instituciones como la policial para suplir las
deficiencias en el sistema educativo y para acertar la idea de ciudadanía a
punta de sanciones monetarias y penales.
En el caso de las sanciones
penales, hay que tener además en cuenta que este tipo de medidas lo que hacen
es generar muchas más pesadez en el sistema judicial, ya bastante lento e
ineficaz por sobrecarga, que por demás genera el aumento de la población en
cárceles, continuando con el abuso de la privación de la libertad como medida
disciplinaria y generando que la el hacinamiento y malas condiciones de vida
que existe en las cárceles se perpetué y se profundice, generando aún mayores violaciones a los
derechos humanos de la población privada de la libertad.
Con la aplicación del
modelo de seguridad ciudadana se puede observar una reducción de los
derechos en favor de la idea de la
seguridad, que permite el control de ciertas prácticas dicientes, por una lado
podemos ver el elemento que se ha planteado desde hace un buen tiempo frente a
la criminalización de todo tipo de manifestación de inconformidad, ya sea de manera pacífica o violenta, por
otro lado podemos ver el mantenimiento de ciertos sectores marginales en las posiciones
que se encuentran por ejemplo en el caso que dice expresamente “Ejercer trabajos sexuales por fuera
de las zonas horas asignadas” artículo que resulta fortaleciendo la idea de zona de
tolerancia que resulta siendo una zona de exclusión de ciertas poblaciones como
trabajadoras sexuales, recicladores y habitantes de la calle, y que se basan en
lógicas propias de otras prácticas como las de la llamada “limpieza social”
aplicadas por los grupos paramilitares (que muchas veces trabajan con la
cooperación de la policía) que
normalmente son contra estas poblaciones y que resultan contradiciendo otros
artículos de este mismo código que
propenden (por el mecanismo incorrecto), por evitar la discriminación contra
estas poblaciones.
Finalmente junto con la reducción de
los diferentes derechos, hay una visión de estos que se
sobreponen, una visión desde el individuo en el que mientras sus derechos no
sean tocados de manera demasiado sustancial, no
viene importando los derechos comunes que se terminen violentando, y en este punto es claro que los derechos que
se mantiene sin ser tocados de manera
sustancial son los derechos de las clases sociales medias y altas, en
detrimento de los derechos de las clases bajas y desposeídas.
Finalmente queremos poner el debate frente a la idea de ciudadanía que si
bien es una idea que viene con el capitalismo que es cuando se crean los
grandes conglomerados de personas en ciudades y se crea el estado nación tal
como hoy lo conocemos , es necesario que este concepto se profundice para
permitir su ampliación , dejando que abarque múltiples formas de vivirla y de entender la ciudad, es decir
que los derechos de todos sean efectivos de manera completa, permitiendo que las
ciudades se construyan desde los múltiples actores que viven en ella.
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