En octubre de 2007, el Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas declaró estar preocupado por la posibilidad de que el uso de las pistolas de choque eléctrico Taser X26 en Portugal pudiera haber constituido una forma de tortura. “Eso significa que la cosa es muy seria”, dijo Larry Cox, entonces director de Amnistía Internacional para los Estados Unidos, en un programa de la CBS. “Esta es gente que ha visto todos los tipos de tortura alrededor del mundo, así que ellos no usan la palabra a la ligera”.
Un boletín de entrenamiento de la Dirección Nacional de Escuelas de la Policía presenta la Taser X26 como “un arma de tamaño reducido que usa conductores proyectados para transmitir pulsos que interfieren las funciones sensoriales y motoras, sobrestimulando el sistema nervioso central para conseguir la incapacitación”. El uso de esta y otras armas “de letalidad reducida” (entre las que se encuentran disparadores de spray pimienta, pistolas de disparo eléctrico y bastones eléctricos, granadas de múltiple impacto y animales amaestrados) para el servicio de la Policía está autorizado en nuestro país por la resolución 02686 del 31 de julio del 2012.
Las fuerzas especiales de la Policía han venido usando pistolas de descarga eléctrica durante los últimos tres años. Sin embargo, el viernes 25 de julio, la Policía Nacional anunció la compra de 300 dispositivos X26, que serán repartidos entre los patrulleros de Bogotá, Medellín y Cali como parte de un proyecto piloto a partir del cuál se considerará la incorporación más extendida de estas armas al arsenal policial. Desde entonces, estas pistolas se convirtieron, así es la vida, en el blanco de muchos disparos.
El 31 de octubre del año pasado, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos concedió una audiencia sobre protesta social y derechos humanos a 16 organizaciones sociales. Estas presentaron un informe denunciando la muerte de más de una docena de personas y centenares de heridos que participaban en las movilizaciones que protagonizaron en Colombia campesinos, mineros, camioneros e indígenas durante 2013. De acuerdo con ese documento, estas muertes y lesiones fueron provocadas por “nuevas modalidades de armamento (entre ellas las de letalidad reducida) usadas en contra de manifestantes”.
Por todo lo anterior, en VICE quisimos saber si tenemos razones para temer que los taser X26 pueden convertirse en un instrumento de abuso policial en protestas públicas y por eso charlamos con Alberto Yepes, quien lideró la elaboración del informe que recibió la Comisión Interamericana y dirige del Observatorio de Derechos Humanos de la Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos, entidad que articula una red de 240 organizaciones de derechos humanos en todo el país.
La respuesta de este abogado es una sola: tenemos todas las razones para precouparnos.
VICE: ¿Por qué es grave que se extienda el uso de este tipo de armas en Colombia?
Esta es una sociedad absolutamente cerrada en donde se ha buscado por múltiples vías el taponamiento de la protesta social. No solamente se intenta impedir el ejercicio del derecho a la manifestación con legislaciones represivas que la penalizan, sino también con este tipo de armamentos que buscan generar terror en la población. En estos tres años, la personería de Medellín ha recibido denuncias frecuentes de personas que, en el marco de movilizaciones y protestas públicas, han sido lesionadas por armas de choque eléctrico. Aquí en Bogotá también hemos recibido denuncias de la misma naturaleza.
¿Por qué consideran ustedes que el término “armas de letalidad reducida” es un eufemismo?
Porque estas armas tienen mucha potencialidad de causar la muerte. En Colombia, por ejemplo, ha habido muchos muertos atribuibles a la Policía Nacional por el uso de armas de letalidad reducida, por ejemplo, granadas de gases lacrimógenos. ¿Por qué? Porque este tipo de armas son de letalidad reducida siempre y cuando se sujeten a unas condiciones de uso. Las granadas de gases lacrimógenos no deben ser disparadas directamente al cuerpo de las personas, pero aquí se acostumbra a dispararlas, no solo directamente al cuerpo, sino a la cara. Muchos de esos cartuchos han terminado incrustados en los ojos de las personas. Algo similar ha sucedido en el caso de las armas químicas. El año pasado murieron cerca de seis personas cuando los policías tiraron gas pimienta en un establecimiento público donde había cerca de 150 personas, aún cuando las normas dicen claramente que solamente deben usarse en espacios abiertos. Este tipo de cosas pueden pasar con los taser. Dentro del uso prudente de estas pistolas está previsto que se haga solo una descarga, que dura cinco segundos, pero lo que está reportado es que hay personas que han muerto en Estados Unidos por 19 descargas continuas. Y, en Colombia, hay una tradición de uso ilegal del armamento entre la Policía.
¿A qué tipo de daños físicos estaría expuesta la población manifestante en una circunstancia en donde la fuerza pública comenzara a usar esas armas desconociendo las restricciones que mencionas?
Han muerto muchas personas por infarto con estas armas taser, como en el caso de Israel Hernández (el colombiano de 18 años que la policía de Miami mató con una Taser X26 el 6 de agosto del año pasado, cuando lo sorprendió pintando un grafiti), en el que peritos forenses comprobaron la muerte por paro cardiaco. Otras personas han muerto por paro respiratorio, especialmente quienes se encontraban en estado de embriaguez, bajo el efecto de drogas o estaban usando medicamentos que generan alteraciones en la presión arterial.
Muchos asumirían que la policía se ha cerciorado técnicamente de que estas armas no son letales...
La policía ha hecho ensayos entre sus propios integrantes para demostrar que las taser X26 no son tan nocivas. Pero lo que es muy notorio es que los ensayos con policías se hacen a largas distancias porque cuando se dispara desde una distancia corta se generan muchos más riesgos de producir interferencia con el sistema cardio-respiratorio, de manera que se debe disparar a 5 o 7 metros de distancia. Pero esas pistolas finalmente terminan usándose a corta distancia, por venganza, contra alguien que está en el suelo. Adicionalmente, durante esos ensayos los policías son sostenidos por dos compañeros, pues una buena parte del peligro está asociado al desplome inmediato del cuerpo cuando se produce el disparo. Muchas personas pueden caer contra el borde de una acera o una piedra. Yo no creo que a uno, cuando le van a disparar con una taser, le digan: "espere un momentico, que lo tenemos para que no se caiga porque de pronto se nos aporrea…". Entonces, las pruebas entre los policías son hechas con sumo cuidado, pero estos cuidados no son los que se van a tener con los ciudadanos en contra de quienes se va a emplear este tipo de armamento. Otro riesgo, por ejemplo, es que se dispare a los ojos, cuello, oídos, boca o genitales. Y este sí es un peligro muy grande porque en la Policía colombiana tiene una propensión a disparar al rostro de las personas.
Las autoridades han dicho que estas pistolas serían usadas como último recurso contra personas que realmente supongan una amenaza para la vida de alguien a su alrededor en riñas, atracos o allanamientos en que la fuerza pública encuentre resistencia armada…
Empíricamente está demostrado que eso es un argumento falso porque los registros de Amnistía Internacional muestran que el 90% de las personas que han fallecido por uso de tasers ni siquiera estaban armadas; podían ser reducidas simplemente por la fuerza física, con un bolillo o con un gas paralizante. Y eso está dentro de la tendencia natural de quien usa armas: el que tiene un juguete nuevo tiende a usarlo.
¿Estas pistolas dejan marcas en el cuerpo?
A corta distancia, sí, pueden dejar quemazones. Si se dispara a la distancia reglamentaria de siete u ocho metros, no. Yo creo que no solamente su uso en espacios abiertos puede generar tortura, sino que también hay un peligro por su uso en espacios cerrados y no sometidos a escrutinio público. En mazmorras o calabozos en donde el ciudadano indefenso y amarrado pueda ser sometido a este tipo de choques con el fin de obtener confesiones.
¿Hay algún grupo de la Policía, en particular, frente al cual quepan temores fundados de que estas armas puedan llegar a facilitar comportamientos de brutalidad policial?
Para nosotros resulta muy peligroso que estas pistolas lleguen a estar bajo el dominio del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) por la tradición de brutalidad policial que hay en su organización y toda la dinámica de atropellos con que suelen actuar. El Esmad es un órgano descontrolado. El trauma que resulta de ver el dolor que producen estos choques y la brutalidad con que se aplican haría que cualquiera se inhiba a la hora de participar en una protesta porque la gente sentirá verdadero pánico. Cualquiera lo pensaría dos veces para ir a la próxima manifestación.
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