“De confirmarse este fallo de la procuraduría, la universidad y la
comunidad universitaria en su conjunto se vería afectada sensiblemente, dado
que la decisión vulnera uno de los sentidos fundamentales que orienta el
quehacer universitario. Esto es la libertad de cátedra de pensamiento. Con mi
destitución, quedaría claro algo que las organizaciones defensoras de derechos
humanos y los representantes de la oposición política y social han señalado
hace ya mucho tiempo: que en Colombia no existe libertad de pensamiento. Que en
este país a la gente se le persigue por tener un pensamiento crítico, por
pensar diferente.”
Miguel Ángel Beltrán: Soy ante todo un académico que he
dedicado buena parte de mi vida a la docencia y a la actividad investigativa en
diferentes universidades públicas del país. Mis temas de interés han sido el
análisis del conflicto social y armado colombiano, el estudio del pensamiento
latinoamericano y las teorías sociológicas. Me formé como sociólogo en la
Universidad Nacional de Colombia y como licenciado en Ciencias Sociales en la
Universidad Distrital “Francisco José de Caldas”. Posteriormente adelanté
estudios de posgrado en la Universidad nacional y en otros centros
universitarios de México. Cuando me encontraba en este último país, realizando
una estancia posdoctoral por invitación del Centro de Estudios Latinoamericanos
de la UNAM, fui secuestrado conjuntamente por un operativo realizado por
agentes de Colombia y México; expulsado
del país y presentado a la opinión pública como un peligroso terrorista al
servicio de las FARC. Tras dos largos años de un proceso judicial plagado de
irregularidades fui absuelto de todos los cargos que se me imputaban, esto es,
“rebelión” y “concierto para delinquir con fines terroristas (financiación del
terrorismo). En el juicio se utilizaron pruebas ilícitas e ilegales como los
supuestos computadores del jefe guerrillero “Raúl Reyes” abatido en el vecino
país del Ecuador.
El Rebelde: ¿En qué consiste la decisión
que la procuraduría ha tomado en su
contra?
Miguel Ángel Beltrán: Básicamente la decisión que ha
tomado la procuraduría es la de destituirme de mi cargo como docente de la
universidad nacional de Colombia e inhabilitarme para ejercer cargos públicos
durante 13 años. Este fallo fue dado a conocer en septiembre del año pasado y
al parecer fue confirmado en segunda instancia, esto si damos crédito a los
medios de comunicación oficial que suelen acompañar estas noticias de una
irresponsable carga de inexactitudes. En el caso mío se ha dicho que la
Procuraduría logró comprobar mis nexos con las FARC, afirmación totalmente
falsa, pues para empezar el procurador no tiene funciones de juez judicial.
Sencillamente, lo que ha hecho este nuevo inquisidor que está al frente de la
Procuraduría es, ante el fracaso del montaje judicial que se me hizo, aplicar
–de manera arbitraria e irregular- una sanción disciplinaria contra mí, con el
fin de silenciarme, apartarme de la cátedra.
El Rebelde: ¿Cuál es el impacto de esta
decisión para la universidad y la comunidad universitaria en su conjunto?
Miguel Ángel Beltrán: De confirmarse este fallo de la procuraduría, la universidad y la
comunidad universitaria en su conjunto se vería afectada sensiblemente, dado
que la decisión vulnera uno de los sentidos fundamentales que orienta el
quehacer universitario. Esto es la libertad de cátedra de pensamiento. Con mi
destitución, quedaría claro algo que las organizaciones defensoras de derechos
humanos y los representantes de la oposición política y social han señalado
hace ya mucho tiempo: que en Colombia no existe libertad de pensamiento. Que en
este país a la gente se le persigue por tener un pensamiento crítico, por
pensar diferente. ¿Puede cumplir su tarea misional una universidad en la cual
sus docentes son castigados por expresar opiniones disidentes? Me temo que no,
la libertad de cátedra ha sido un principio rector de la universidad pública y
uno de los principios fundamentales que le da sentido a su quehacer
crítico. Ahora bien, por otro lado, si
el rector de la universidad nacional de Colombia, quién será el encargado de
firmar o no mi destitución, cede a estas presiones, estará claudicando en la
defensa de otros de los principios rectores de la universidad pública, esto es,
la autonomía universitaria, que como ustedes saben está consagrada
constitucionalmente. Hoy se aplicará esta sanción al profesor Miguel Ángel
Beltrán, pero mañana la procuraduría podrá investigar y sancionar a cualquier
docente de la universidad nacional que exprese posturas críticas.
Pero el impacto de esta decisión no se
restringe al campo puramente universitario, también este fallo tiene graves
implicaciones para el país, pues estamos ante un caso donde un nacional es
juzgado dos veces por el mismo delito, y esto va creando una nefasta
jurisprudencia. La Procuraduría se convierte así en un ente de persecución
contra la oposición. Ya tenemos aquí casos repudiables como el de la ex
senadora Piedad Córdoba, a quien se le separó de su cargo de parlamentaria,
cuando ni siquiera existía un proceso penal en su contra. Sin embargo, las
élites políticas colombianas, partidarias de la guerra, necesitaban frenarle el
paso a una figura de dimensiones internacionales que venía adelantando
importantes gestiones a favor de la paz. Otro tanto ha sucedido con el alcalde
Petro que, más allá de las diferencias que tengamos con sus posturas políticas,
ha sido hostigado y perseguido por la Procuraduría General de la Nación, y se
le ha pretendido separar de su cargo como una manera de castigar sus acciones
de gobierno que han afectado los intereses de las élites bipartidistas que
siguen administrando el país. ¿Podemos tener confianza en un régimen que por un
lado habla de reconciliación, y le exige a la insurgencia gestos de paz, pero
por otro lado, a través de sus entes públicos, estigmatiza, persigue y castiga
el ejercicio del pensamiento crítico?
El Rebelde: Hemos sido testigos de múltiples
persecuciones, señalamientos y estigmatizaciones en contra del pensamiento
crítico y sus expresiones. El caso del profesor Renán Vega o de Francisco
Tolosa son algunos de los más recientes
¿cree usted que estas acciones hacen parte de una política contra el
pensamiento disidente?
Miguel Ángel Beltrán: En efecto el caso Miguel Ángel no es el único, pues la persecución contra el
pensamiento crítico es una política sistemática ejercida por el estado
colombiano para silenciar las expresiones disidentes. Te doy ejemplos
concretos: a principios de los años setenta el profesor Antonio García,
reconocido por sus importantes aportes a las ciencias sociales Latinoamericanas
y uno de los fundadores de la Facultad
de Economía fue destituido de su cargo como docente por oponerse a la toma militar
de la Facultad de Medicina; en los años de la aplicación del Estatuto de
Seguridad del entonces presidente Turbay (1978-1982), la socióloga María
Cristina Salazar, fue judicializada y encarcelada acusada de tener nexos con la
insurgencia. Tenemos incluso casos dolorosos en que no sólo se ha recurrido a
la persecución judicial sino que se ha atentado contra la integridad personal,
como sucedió con el defensor de derechos humanos y profesor universitario,
Alberto Alava, asesinado en 1982 por escuadrones paramilitares, de los cuales
se supo tenían estrechos nexos con el Estado Colombiano. Más recientemente
están los casos de los profesores Adolfo Freytter y Alfredo Correo, asesinados
por su pensamiento crítico.
La situación que hoy viven reconocidos
intelectuales como nuestro colega Renán Vega, premio libertador al pensamiento
crítico, quien ha sido recurrentemente objeto de amenazas a través de pasquines
y panfletos insultantes; en el pasado
las directivas universitarias de turno le han abierto investigaciones
disciplinarias tratando de silenciar a través de este procedimiento su
pensamiento.
Hay quienes piensan que esta persecución
política contra el pensamiento crítico es cuestión del pasado, pero ahí están
los casos de los estudiantes de la FEU que llevan más de dos años detenidos sin
que se les resuelva su situación jurídica, sólo por el hecho de participar en
las protestas contra la reforma a la educación que pretendió implantar el presidente
Santos; así mismo, los estudiantes incriminados en hechos de “terrorismo” por
un agente de policía que se hacía pasar por estudiante. En fin, es claro que en
Colombia existe una política de persecución contra el pensamiento crítico.
El Rebelde: Desde su perspectiva ¿cuál es el
papel que debe jugar la academia frente a las problemáticas sociales, en
particular en el marco de los procesos de paz a los que hoy asistimos? Y en
sentido ¿por qué es importante la libertad de cátedra?
Miguel Ángel Beltrán: La academia ha tenido un compromiso
fundamental con el análisis de los problemas sociales y en la búsqueda de soluciones a los mismos, por
lo menos así ha sido desde el emblemático movimiento de Córdoba Argentina (1918).
Sin embargo con el paquete de reformas dirigidas a dirigidas a
reestructurar las universidades públicas, y colocarlas bajo los intereses del
mercado, este papel se ha ido desdibujando. Esta contrareforma universitaria
que se ha venido imponiendo en todo el continente, ha sido crítica en el caso
colombiano, debido a la existencia de un
prolongado conflicto armado y social, de modo todo tal que la universidad no se
ha sustraído de estas lógicas afectando de una u otra forma su función social.
Las puertas que hoy se han abierto con los diálogos de paz entre la insurgencia
de las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos, es una excelente oportunidad
para que la universidad pueda ejercer un liderazgo en la búsqueda de soluciones
políticas y dialogadas al conflicto social y armado colombiano. De hecho hay
que reconocer el papel que viene jugando el Centro de Pensamiento y Seguimiento
al Proceso de Paz, de la Universidad. Sin embargo es todavía una participación
muy limitada, en cuanto no es representativa de las diferentes tendencias que
coexisten en la Academia, porque la Academia no es un ente monolítico,
sino un campo también de luchas, y en
este sentido es que reivindico la importancia que debe tener la libertad de
cátedra y de pensamiento en la universidad. No podemos casarnos con una única
visión del mundo, y esto supone no sólo que sea incluyente frente a las
diferentes tendencias ideológicas sino, también, frente a las diversas
concepciones del mundo, de hacer academia, de construir conocimiento. Los
saberes populares, el conocimiento ancestral de los pueblos indígenas y las
comunidades afrodescendientes debe tener también un lugar allí.
está representada allí toda la
academia, pues la academia es (y debe ser plural)
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