Hace tres meses el mundo se
consternó porque sólo el 48,1% de los ingleses votaron permanecer en la Unión
Europea, mientras el 51,9% decidió apoyar la separación. Hoy, el mundo se
asombra con la victoria del NO al acuerdo final para la terminación del
conflicto con las Farc: el 50,23% de los votos venció el Sí, el cual alcanzó el
49,76 %.
Estos resultados son semejantes, estrechos y enmarcados en un ambiente de desconcierto y confusión en ambos países. Las elecciones internas de dos Estados que poco tienen en común culturalmente, son la imagen de la actual situación política a nivel mundial con el avance de la ultra derecha. El capitalismo está inmerso en una crisis –permanente y coexistente con el sistema- desde el 2008, y han sido los sectores de las clases medias quienes más han sufrido las consecuencias del despojo y la profundización del Neoliberalismo. No obstante, y a pesar de los pronósticos, la izquierda no ha logrado posicionarse como opción política de poder. Ha sido la ultra derecha, que ofrece radicalizar el sistema, quienes no sólo han logrado fortalecerse económicamente, sino políticamente, agrandando sus bases electorales, precisamente con los más afectados, las clases medias.
Mapa de opción con más voto por departamento. Si (verde): 49,78% (6.377.482 Votos) No (Naranja): 50,21% (6.431.376 Votos). Fuente: Registraduria Nacional del Estado Civil.
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En Europa, Asia, América Latina,
y posiblemente en América del Norte, los partidos de ultra derecha, que
promueven políticas segregacionistas, represivas y claramente conservadoras,
han venido cosechando victorias. Ganó el brexit, Trump logró ser elegido como
candidato del Partido Republicano de EEUU, y en Colombia el NO, promovido por el
Centro Democrático y los sectores de opinión más conservadores como algunas
iglesias y líderes políticos, lograron vencer a la gran coalición de partidos y
movimientos políticos de (centro)derecha, izquierda, sectores del Partido
Conservador, del Mira y demás.
No ha sido culpa de un “pueblo ignorante” que hoy el acuerdo con las Farc esté en riesgo. Es en principio, consecuencia de la construcción y promoción de una cultura contra insurgente y anti comunista promovida por las élites colombianas –y mundiales- desde hace más de 50 años. La Alianza para el Progreso (Programa de EEUU para la lucha contra insurgente en América Latina) triunfó de manera singular en Colombia. Y hoy pareciera que se está re-editando el Plan Cóndor en nuestra América, con la proliferación de nuevos intentos externos de desestabilización de proyectos políticos de izquierda en la región, escenario que sin duda afecta la cultura política colombiana.
En nuestro país los capítulos especiales como el Plan Colombia, el cual no sólo fortaleció las fuerzas militares económico y tecnológicamente, sino que profundizó una ideología de guerra, lograron consolidar una cultura política de guerra y odio hacia la izquierda. Desmontar estas ideas tan enquistadas en los colombianos, ha sido particularmente difícil para las élites –las mismas promotoras- durante estos 4 años. Vale la pena decir que su discurso, incluso en los 4 años de negociaciones, nunca se alejó de este sentimiento anti insurgente y anti comunista.
Resultados de las elecciones presidenciales del año 2014 en cada uno de los
departamentos del país.
Fuente: Elpais.com.co |
Éste no es un fenómeno Colombiano
típico del “país de mierda”, es un fenómeno mundial, que representa una
profundiza derechización de las sociedades, producto de la crisis de las
izquierdas a nivel mundial. Hay síntomas comunes y rasgos particulares a cada
país. La incapacidad de contrarrestar el poder de los medios de comunicación y
su capacidad de dirección cultural de las sociedades, se suma a la debilidad de
programas y propuestas innovadoras de país y sociedad, y la renovación de
prácticas y discursos.
De igual forma, la corrupción y represión de
algunos países latinoamericanos ampliamente divulgada, cosecha la idea que la
izquierda en el poder es igual o peor que la misma derecha.
Las elecciones en Colombia no se enmarcaron en el típico “voto de opinión”. Se
enfrentaron los valores sociales de la ultra derecha contra los de
centro-derecha y sectores democráticos y de izquierda, los cuales fueron
derrotados. Situación que sólo fue una antesala ante las elecciones
presidenciales de 2018, donde seguramente se enfrentarán esta coalición de sectores
contra el Centro Democrático, el cual sigue recogiendo adeptos y cosechando
victorias. Sólo basta comparar los resultados de la segunda vuelta del 2014 con
los resultados del día de ayer, para ver cómo el Uribismo – Proyecto de Ultra
derecha se consolida en el país, ante un discurso empobrecido de propuestas de
los partidos y movimientos de izquierdas, quienes brillan por su abstracción
política.
Un escenario como éste evidencia que el resultado de ayer por más sorpresa que
generó, se venía gestando años atrás, y particularmente demuestra que es una
sociedad altamente derechizada, que preferirá gobiernos radicalmente
conservadores. Sin duda estas elecciones no sólo se midieron por la aceptación
de las Farc como grupo político, estuvieron altamente determinadas por todos
los debates nacionales que hemos enfrentado en relación con los derechos
humanos y civiles: la adopción gay, los manuales de convivencia en los
colegios, el matrimonio igualitario, entre otros, fueron definitivos en la
victoria del NO, que logró recoger todos esos sentimientos ultra derechistas
que florecen en nuestro país.
Posdata:
Y ahora, ¿Se renegocia o no?
El acuerdo posiblemente se renegociará en algunos puntos como el tiempo de
dejación de armas, y la conformación de algunas mesas técnicas. No obstante, lo
esencial, difícilmente se cambiará. ¿Qué hará el Uribismo? Posiblemente no se
acogerá en ese Gran Pacto Nacional, pues necesita mantenerse en oposición hasta
las próximas elecciones presidenciales, y rechazar el proceso de paz es su caballito
de batalla. ¿Qué hará el Gobierno? Seguramente, dentro de pocos meses, y
después de pequeñas reformas, se implementará el acuerdo con las Farc, dentro
de las facultades especiales que tiene el presidente Santos, el cual estará,
para 2018, políticamente muerto, y que ni se hable del futuro político de
Humberto de la Calle.
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