25 de diciembre de 2011

PARA HACER MEMORIA

Se hace evidente la falta de memoria  cuando se ven personas en una marcha abrazando a los asesinos del pueblo. La lista se hace larga y dolorosa cuando empezamos a recordar todas las víctimas que ha cobrado la fuerza pública en aras de defender un gobierno que sólo sirve a los intereses de los más privilegiados. Los casos son totalmente invisibilizados por parte del estado; lo que resulta realmente inaceptable es que nosotros mismos los olvidemos.

Hoy hacemos un recuento del caso de Diego Felipe Becerra, quien en la noche del viernes 19 de agosto de este año fue asesinado por un policía en el barrio Pontevedra. Su “delito”: querer plasmar sus ideas en el puente de la avenida Boyacá con 116. Esta muerte es lamentable y lo es aún mas como entre la fuerza pública, los medios de comunicación y las manipulaciones del gobierno han hecho enredar cada vez más este asunto.

En el mismo día de su asesinato y sin importar el dolor que pudiera estar sintiendo la familia, los titulares de los periódicos decían que Diego Felipe había atracado una buseta cerca del lugar de su muerte. Al mejor estilo de los falsos positivos tan característicos de la presidencia anterior y la actual, además de asegurar que el muchacho había atracado una buseta se dijo que incluso que estaba armado. Pero al ser este un montaje empiezan a aflorar las inconsistencias. Entre las pruebas se encontraban el testimonio del conductor y una llamada que se hizo al 123 denunciando el hecho; los dos dieron números de identificación de la buseta diferentes. Incluso, el conductor del bus se ha negado a testificar formalmente la acusación. Por otro lado, la empresa a cargo del bus no sabía nada del atraco hasta que se supo la muerte del joven. Así como hace falta coherencia también hace falta testigos, que hasta el momento no ha habido. De esta forma y aunque no habría sido razón para que un asesino hubiera acabado con su vida, se ha demostrado que no estuvo implicado en el hecho y que sólo fue víctima de la fuerza pública y de un montaje propio y clásico del estado.

El patrullero además declaró que tuvo que disparar en defensa propia pues aseguró que Diego Felipe lo apuntaba con un arma, pero en la necropsia se demostró que la bala entró por su espalda, lo que provocó un daño irreparable a sus pulmones. Además también se pudo comprobar que no había manipulado ningún arma. El único rastro que se encontró en sus manos era de pintura. Con respecto a esta supuesta arma que tenía, en una grabación se escucha como el patrullero dice que no la encuentra, pero horas después aparece mágicamente. De acuerdo a las investigaciones que sucedieron estos hechos, el arma estaba dañada.

A pesar de todo esto el patrullero simplemente fue sancionado por 90 días mientras se adelanta la investigación. ¿Investigación en un hecho tan claro? Ya se sabe quién fue el asesino de Diego pero lo único que se quiere es distraer y hacer que el caso quede en la impunidad.

La policía además en este caso ha retenido e interrogado ilegalmente a amigos de Diego Felipe y los ha maltratado tanto física como verbalmente. Casos a los que también se ha hecho caso omiso.

El día 14 de octubre, para colmo de males se considera pasar el caso a la justicia penal militar la cual como lo ha demostrado la experiencia, parcializa sus decisiones. Hace pasar los asesinatos cometidos por parte de la intolerancia e intransigencia de la fuerza pública, como actos en función del servicio. El servicio se convierte en una excusa para dejar los casos en la impunidad. Es decir que en función del servicio varios policías alteraron la escena del crimen para hacer parecer que el joven grafitero llevaba un arma de fuego.

Aunque el caso regresó a la justicia ordinaria, porque como era de esperarse la justicia penal militar estaban entorpeciendo las investigaciones, ya van a ser cuatro meses después de la muerte de Diego Felipe y aún siguen investigando.

Rechazamos cualquier tipo de uso de la fuerza por parte de las FFMM hacia el pueblo colombiano. Es inaceptable que por el deseo de expresarse pintando una pared, un joven haya terminado muerto a manos del aparato represivo del estado. Un grafitti, una pinta es arte; es la manera de expresarnos contra este sistema que acapara los medios de información a su antojo y para su beneficio.


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