Lo más frecuente en una democracia débil como la colombiana es que nos de
miedo llamar a las cosas por su nombre, lo que paso ayer en Duitama es un
asesinato, ayer un policía mato a un ciudadano, ayer un policía nos recordó que
la muerte, no es muerte cuando la Policía mata y asesina a un joven. La muerte
se convierte en plan, política, orden y gobierno.
Luis Orlando Saiz un trabajador de carrocerías que los medios de
comunicación comerciales nos presentaron como universitario para suavizar el
asesinato, naturalizando que los estudiantes si pueden morir en este tipo de acciones,
en realidad no lo era, Orlando era un trabajador de esta ciudad, pintor de
la empresa de Carrocerías Logos, otro ser humano que el ESMAD ASESINA
aumentando la ya indignante cifra de muertos a manos de la Policía y el
Ejército, esta vez lo hizo en el marco del paro camionero que el gobierno colombiano se niega a solucionar. Los muertos más recientes de este grupo policial son los 3 indígenas en la última Minga de junio y los 2 pobladores de Ciriguaná en el Cesar el día de hoy ¿Hasta cuándo este escuadrón de la muerte
seguirá asesinando la vida y la democracia colombiana?
Es necesario cambiar la doctrina militar y la policial, quitarles el título
de héroes y verlos como verdaderamente son, no se nos han olvidado los muertos,
heridos, violados, desaparecidos y encarcelados del paro agrario.
El
tratamiento militar que el Estado le da a la protesta social evidencia una vez
más que las llamadas líneas rojas impuestas en la mesa de conversaciones de La
Habana no pueden seguirse considerando como tales si la voluntad de paz es
real. Fortalecer un cuerpo militar como el ESMAD de cara al
"posconflicto", no sólo es una decisión autoritaria por parte del
Gobierno Santos, es sobre todo una pésima señal para un país que busca sacar la
violencia de la tramitación de los conflictos sociales y políticos.
*Foto Trochando Sin Fronteras
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