En esencia cualquier sociedad moderna y democrática está enmarcada por dos razones o dos premisas fundamentales, la primera de ellas es que todos los hombres y mujeres son iguales y tienen los mismos derechos, en particular el derecho a decidir sobre el destino de su comunidad, esencial para el desarrollo colectivo de las personas, esto sería una catástrofe para nuestros antepasados neogranadinos, pues para ellos el gobierno proviene de Dios y quienes lo ejercen son personas escogidas por él y bendecidas por la iglesia católica. La segunda, es que para que los ciudadanos iguales puedan participar en la política, puedan decidir con bases razonables sobre los temas cívicos, puedan escoger a sus gobernantes, deben poder debatir y discutir en forma libre y con base en información disponible para todos sin restricción alguna. Así entonces es claro para la mayoría, que los dos derechos que necesita una sociedad para funcionar de manera democrática son la Libertad de Expresión y la Libertad de Prensa, derecho de los individuos a expresar sus opiniones libremente, en forma oral y por escrito, derechos de los cuales se desprenden otros más.
Así pues, para un país como el nuestro sobresale una pregunta ¿Acaso la libertad de expresión es para unos y no para otros? Como se ha visto en Colombia, existen múltiples casos en donde algunas opiniones son boicoteadas y censuradas por no ir con la cultura hegemónica, por no estar de acuerdo a los intereses de unos pocos, pues de esto se encargan los grandes medios de comunicación, actuando para algunos gobiernos y para los monopolios de turno, haciendo ver que eso de la libertad de expresión y de prensa, está pero no está, como dicen las abuelas. Es decir, en Colombia para los grandes emporios de la comunicación, la cultura y para la justicia el discurso de la Libertad de Expresión y de Prensa es un discurso de doble moral.
Pero es que en Colombia solo se jacta de exigir la Libertad de expresión cuando es atacada en otros países, se cree que en casa eso no ocurre, o vaya a ver usted qué opina la gente frente a la libre expresión en Venezuela, o cómo se manifestó la gente en las calles por el atentado en Paris a Charlie Hedbo.

Durante este proceso de estigmatización y de persecución en el cual se han visto comprometidos los compañeros PAOLA, SERGIO, LORENA, HEILER, VÍCTOR, DANIEL, LUIS DANIEL, ANDRES FELIPE, GERSON, LICETH Y JHON estudiantes, líderes y lideresas sociales que llevan gran parte de su vida entregada a la construcción de un país diferente, un país con vida digna y donde las demandas sociales sean respetadas. Pero lo más indignante y a su vez triste, es que parece que en Colombia vivimos como en el Chile de los 70’s bajo una dictadura que maneja la vida de la gente en todo sentido: que come, que lee y que dice.
Cuando se analiza el material probatorio recabado y muy orgullosamente presentado por la inteligencia de la policía (dos palabras que no deberían ir juntas jamás, inteligencia/policía) se pueden observar pruebas tan “contundentes” como: carteles alusivos a la revolución, carteles sobre la autonomía universitaria, un manual de criminalística, una postal que decía “por la libertad del pueblo”, una foto del cura Camilo Torres, libros como “Actores armados y población civil” de Mario Aguilera, Cartas del che a Fidel, pañoletas del Congreso de los Pueblos, un CD que dice No a la Ley 30, un afiche de la Cumbre Agraria y para rematar 100 volantes de un encuentro de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE). Frente a estas “contundentes” pruebas solo nos resta decir ¿y dónde está la Libertad de Expresión? ¿Acaso leer es un delito? ¿Ser camilista es sinónimo de guerrillero? Estas son algunas de las preguntas que surgen cuando uno se detiene a mirar parte del material probatorio.

De esta manera impulsamos nuestra voz de ¡BASTA! Estamos cansados de la persecución y de los Falsos positivos judiciales, de la escalada represiva de querer acallar a los líderes y lideresas que tanto bien le hacen al país, no queremos un campesino, un estudiante, un defensor de derechos humanos ni un sindicalista más judicializados y recluidos con mentiras y con maniqueos jurídicos, queremos justicia social y vida digna para el pueblo colombiano, queremos la paz para nuestro país, y es que si hay algo de lo que se nos pueda acusar sería de querer una Colombia en paz para todos.
Finalmente, queremos decirle a Colombia y a quienes nos ven como enemigos, que no tenemos miedo y seguiremos peleando por nuestros derechos y por una Colombia del tamaño de nuestros sueños. Y a los compañeros detenidos y sus familias, nuestro más sincero mensaje de solidaridad, sepan que no están solos, sepan que los esperamos y que tenemos la esperanza de volver a las calles junto a ustedes, no desfallezcan como no lo hicieron nunca, que nosotros desde aquí daremos la batalla incansable por la justicia y la verdad.
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