¿Qué hago
ahora?, ¿cuál es mi futuro?. Estas son algunas preguntas que se formulan los
estudiantes de secundaria al cursar el último grado del colegio. Son
interrogantes que día a día se hacen al no tener oportunidades para continuar
con el siguiente paso en su camino educativo, la educación superior.
Los estudiantes
de secundaria al salir de aquel espacio que los mantuvo por 11 años, en los
cuales debido a la falta del verdadero papel del colegio y de la educación publica,
algunos sintieron la represión y la mediocridad que ofreció, pero también están
aquellos que durante este tiempo a pesar de la precariedad se sintieron
acogidos.
Al cursar el
último grado, los estudiantes comienzan a sentir una preocupación gigante y no
es más que el misterio de su futuro. Esta intranquilidad aumenta en el
transcurso del año al encontrarse con una realidad fría y excluyente. Se
encuentran con que las posibilidades de seguir sus estudios son mínimas, por
los altos costos de la educación superior y porque los estudiantes de colegios
privados que salen mejor preparados se quedan con los pocos cupos de las
universidades publicas.
Comienzan a
sentir que por medio de sistemas de evaluación como el ICFES o Pruebas Saber
11°, las pruebas de admisión a las universidades públicas, la falta de recursos
económicos y otros elementos que interfieren en su vida, les cortan las alas
pero más que todo las esperanzas y las ganas de seguir estudiando.
Al palpar esta
realidad que nunca tomaron en cuenta o más bien que les fue ocultada, empiezan a
mirar otros proyectos de vida, comienzan
a trabajar en cualquier cosa mientras La televisión les dice que sirvan a su “patria”
mediante el servicio militar.
La situación de
los y las estudiantes de secundaria empeora gracias a que el gobierno tiene
otras prioridades como la deuda externa
y la guerra, lo cual deja a los jóvenes con una vida llena de anhelos y sueños
que les fueron arrebatados por esta sociedad de mercado y egoísmo.
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