Antes de los 30 años, Santos fue delegado
de la Organización Internacional del Café, luego fue subdirector del diario El
Tiempo. Pasados unos años, en 1991 Santos asume el recién creado Ministro de
Comercio Exterior, el cual fue el motor de la apertura económica del país, el
impulso de la explotación económica más sangrienta. Al salir del gobierno de
Gaviria, creó la Fundación Buen Gobierno, centro de pensamiento que defiende
las tesis de la “Tercera vía” de Tony Blair y Anthony Giddens. Los gobiernos de
la Tercera Vía han potenciado los intereses de
las corporaciones multinacionales, han privatizado áreas a las que Ronald
Reagan o Margaret Thatcher no se atrevieron a ir, y han permitido que las
diferencias sociales y económicas siguieran creciendo.
A medida que avanzaba el
proceso 8.000, Santos empezó a reunirse con personajes como Carlos Castaño y Víctor
Carranza para llegar a un “acuerdo de paz”. Ya en el gobierno de Pastrana, fue
nombrado Ministro de Hacienda. Luego, auspicio la formación del partido de la
U, como parte de la disidencia del partido liberal, dicho apoyo le permitió ser
el Ministro de Defensa de Uribe, el cargo para el desarrollo de la seguridad
democrática. Como ministro de Defensa de Álvaro Uribe Vélez, fue proclive a los
falsos positivos y a la guerra más sangrienta que ha vivido Colombia.
Finalmente ha sido Presidente
de Colombia, aumentando la explotación a partir de la implementación de varios
TLC, que afectaron la vida campesina. Además de intentar convertir a las
universidades en entes con ánimo de lucro y de promover el desarrollo de la
mega minería sin importar las luchas sociales y ambientales, como es el caso de
la Colosa y Santurban.
Hoy ha sido re-elegido sobre
Zuluaga, el candidato uribista, con algo más del 5% de diferencia. Una campaña
electoral que partió de ciertas supuestas diferencias de los candidatos,
diferencias entre lo legal y lo ilegal, entre la paz y la guerra, entre la
concertación y la represión, entre el diálogo y la muerte. Disyuntivas que
tienen líneas delgadas para convertirse en iguales, pues la real disyuntiva no
se refiere únicamente a formas de gobierno sino a proyectos de nación, pues
ninguno se aparta de un modelo neoliberal de explotación, sin embargo si
existen nichos económicos que se priorizan, entiéndase por ejemplo la Ganadería
Vs La Agro Industria.
Lo que queremos dejar claro es
que no se eligió entre el “menos peor”, pues los modelos a su modo son igual de
sangrientos para el pueblo, tampoco se eligió de forma simple entre “la guerra
y la paz”, los dos saben hacer la guerra y la paz. Lo que sí se eligió fue la
continuidad del proceso de paz con las condiciones ya establecidas, y el
gobierno al cual se le hará oposición y al cual la izquierda decidió disputarle
la paz.
No nos alegra que haya ganado
Santos en sí mismo, pues sabemos que es un contradictor de las luchas del
pueblo, pero tampoco negamos que para la continuidad del proceso de paz (que sí
bien no significa la transformación del país, si es una condición para el
avance de las luchas del pueblo) no daba lo mismo Zurriaga que JuanPa. Y
tampoco es un parte de tranquilidad la reelección de Santos, pues el Congreso
tiene una gran participación de contradictores del proceso de paz, y además se
viene el Referendo por la Paz, que aún estará en disputa entre la sociedad
colombiana, que lastimosamente aun ve al guerrillero como el peor enemigo de la
humanidad.
Tanto Santos, como Uribe,
Pastrana y de ahí para atrás, acostumbraron al pueblo colombiano a la guerra, a
derrotar al supuesto enemigo con las armas y no con la palabra, y Santos no
ganó por la Paz, de hecho, fue de sus mayores críticas. Lo que se nos viene es
construir una nueva cultura democrática en Colombia, romper con la
derechización de la sociedad y avanzar en la integración latinoamericana para
una nueva realidad, una sola patria.
Gano Santos, a pesar de las
críticas de sectores diversos de la izquierda (que planteaban de forma
aparentemente sencilla que Zuluaga y Santos era lo mismo), y el apoyo de otros
grandes sectores de la izquierda (que no necesariamente han sido cooptados,
sino que decidieron autónomamente a quien hacerle oposición), hoy la situación
sigue siendo compleja y nublada. Es necesario avanzar en romper esas ideas
ancladas en la sociedad fruto del paramilitarismo y del narcotráfico que tanto
Santos como Uribe ayudaron a crear, ideas tan simples como el apoyo a la
“limpieza social” y “el que es pobre es porque quiere”, deben ser los
principales objetos de lucha de la izquierda colombiana, una transformación
profunda en el sentido común, abrirle una brecha a la hegemonía que hoy nos agobia.
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