5 de junio de 2014

Nuevo invento de Diego Hernandez: ¿Camilo Torres o Gabo?



El día martes 3 de junio, alrededor de las 2 de la tarde la Biblioteca Central Camilo Torres Restrepo fue cerrada por vallas y acordonada, pues adentro se celebraba un banquete en el que participaban algunos directivos de la universidad y, sobre todo, trabajadores y trabajadoras de la biblioteca.

La exigencia de salir de la biblioteca para quienes en ese momento hacían uso de sus espacios ocasionó una respuesta por parte de decenas de estudiantes que se resistieron a ser sacados. En un forcejeo que aunque existió, no duro más de un minuto, los y las estudiantes ocuparon la biblioteca y tras exponer sus puntos y discutirlos con las personas que se encontraron adentro; la agenda planteada para la reunión se desarrollo con normalidad.

Este hecho podría no pasar a mayores, de hecho el dialogo entre estudiantes y las personas del evento fue muy fluido y sin tensiones. Reconociendo por lado y lado que las medidas de cerrar los espacios (como el cierre dos días de la semana pasada) son injustificadas y la universidad tiene sentido en tanto sus espacios estén abiertos para el debate, la cultura y la construcción académica.

Sin embargo, y a propósito del debate, ¿Por qué la administración de la Universidad pasa sin siquiera consulta por encima del interés de miles de estudiantes de varias generaciones por nombrar a la biblioteca central Camilo Torres Restrepo? A nuestro entender la administración de Diego Hernandez no tiene otra motivación que desatar un conflicto al interior de la comunidad universitaria respecto a los referentes simbólicos de la misma. Diego Hernandez se lava las manos con relación a los debates políticos que hay en la universidad quitando a Camilo y poniendo una imagen de Gabo como si su interés fuera simple y noblemente homenajear al escritor.

¿Acaso cambiar el nombre los lugares no tiene repercusiones profundas en cómo se vive la territorialidad de los mismos? Nosotros y nosotras las bogotanas tenemos en los cerros orientales (y por doquier) grandes muestras de que el nombre que se le da a las cosas tiene que ver con el poder, con la negación, con el olvido… Guadalupe y Monserrate no son los nombres originarios de estos cerros evidentemente, fueron sobrepuestos (con templos y todo) sobre Chiguachie y Tensacá, nombres de las montañas sagradas para los pueblos originarios de estas tierras. Así, con el olvido de los nombres, también se impone el olvido de las prácticas y de la historia (aunque valientemente haya gente que luche por qué perduren).

Quitar a Camilo o borrar al Che parece que es darle un nuevo y renovado look de talla mundial a la UN nada más. Pero no… Borrarlos es borrar parte de la historia de la Universidad (no de las organizaciones, sino de todos y todas las que hacemos parte de la U), es borrar la opinión y la política de la universidad. Es la imposición del poder que existe fuera de las rejas de la universidad y que cada vez más ocupa el campus. Es la victoria del uribismo y su preferencia por la eliminación del detractor sobre el debate.

Ahora bien ¿Estamos en contra del homenaje a Gabo? No, ni locos. De hecho creemos que hacen falta homenajes. Pero recordar, como nombrar, tiene que ver con el poder. Así cuando se recuerda a Gabo por parte de la administración se da una versión bastante unilateral de su vida. No se recuerda al García Márquez rebelde que con su realismo mágico conjugaba  la realidad y la utopía para pensar críticamente a Colombia y a América Latina, buscando con ello un futuro más prometedor. Cuando Gabo recibió el premio nobel dio un discurso llamado La soledad de América, y a propósito de esta visión light que se construye sobre los escritores latinoamericanos señala: “¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de un cambio social?” ahora nosotros y nosotras preguntamos: ¿Por qué no se recuerda a Gabo en toda su complejidad incluso en sus “tentativas tan difíciles de cambio social”?

Alguien con ánimo de polemizar diría que con los años se hecho para atrás. Y bueno… hay que decir que su radicalidad perdió potencia con el paso del tiempo. Ahora bien, no se puede desconocer el García Márquez que muestra su rebeldía en espacios como la revista Alternativa, ese que veía con buenos ojos a las propuestas radicales de izquierda, sobre las cuales en una ocasión, en reunión con el presidente panameño Omar Torrijos, su opinión fue: “Me parecen muy bien, siempre que ayuden a empujar para el lado izquierdo” (Alternativa, N. 38 Junio de 1975). Hay que recordar al Gabo que viajo a Vietnam en el año de 1979 para reportar con admiración la situación de este pueblo que venció al imperialismo. Y así… el punto es que hay que recordar completo, sin hacerse bolas señor Hernández.

Para terminar nosotros y nosotras invitamos a hacer caso omiso a la intención de confrontación y olvido que plantea la administración de Diego Hernandez. No hay que propiciar una situación conflictiva, así como nunca lo fue la relación entre Camilo y Gabo (entre quienes se dice hubo una sincera amistad). No permitiremos que se pase por encima de nuestra memoria, la de la UN, nos resistiremos al olvido, vamos a recordar y seguir haciendo historia. Por eso invitamos a las personas que componemos la comunidad universitaria a rendir hoy jueves un homenaje a Gabo y a Camilo. No vamos a elegir entre una opción u otra. Vamos a recordar y a hacer un homenaje completo. Pintaremos de nuevo a Camilo en el sitio que la comunidad le ha dado por décadas, y desarrollaremos una muestra fotográfica sobre la versión de Gabo que olvida la oficialidad. Entre todos y todas construimos la memoria de nuestra UN.



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