Luego del 2011, cuando el liderazgo de la Mane ganó un espacio en
el acontecer nacional, vino su declive. Los meses transcurren y los
errores suceden en su interior, también las contradicciones. ¿Qué depara
el futuro próximo a esta organización del estudiantado universitario
colombiano?
El pasado 5 y 6 de octubre tuvo lugar en Bogotá el octavo plenario de
la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (Mane). Las sorpresas que arrojó
fueron varias, abriendo interrogantes y retos para el futuro cercano del
movimiento estudiantil.
Desde las primeras horas del sábado 5 de octubre empezaron a llegar a
la Universidad Nacional las distintas delegaciones que se acogen en la
Mane, con la disposición de iniciar las discusiones del plenario que
estaba citado a las 2 p.m.; esto era lo previsto, sin embargo, la
búsqueda de acuerdos políticos mínimos por parte de las distintas
organizaciones de estudiantes retrasó el inicio del evento hasta las
4:30 p.m.
Llama la atención la persistencia de este método impuesto dentro de
las dinámicas de la Mane, que impide la discusión pública y colectiva de
las agendas del estudiantado, por lo cual, no son pocos los que dejan
sentir su inconformidad con un proceso que separa base y direcciones,
impidiendo la realización de un debate público, en pro de una profunda y
real politización y unidad dentro del movimiento estudiantil.
Los ejes
Al iniciar el evento se distribuyó la discusión en dos ejes
principales: movilización y organización. Ambas mesas iniciaron con un
balance general de los ánimos del sector estudiantil y el proceso de
lucha desarrollado hasta el momento en diferentes instituciones de
educación superior.
A partir de los informes brindados es posible referir:
1. Contradicciones entre lo previamente definido como eje de
movilización estudiantil y lo realmente sucedido en las marchas del 28
de agosto del presente año. Los informes destacaron la intensidad de las
movilizaciones efectuadas, las reuniones asamblearias y la lucha por
reivindicaciones del sector, sin embargo, tras cada informe quedaba
claro que las movilizaciones de agosto no fueron simplemente por las
exigencias de la Mane ante el Congreso, sino que se sucedieron y ganaron
amplitud por el apoyo y la solidaridad brindada con el paro agrario y
popular,
2. Que las asambleas llevadas a cabo no contaron con la participación del grueso de los estudiantes de cada universidad, y las reivindicaciones gremiales no son producto de los llamados de la Mane sino que surgen de la necesidad del momento y de la enérgica lucha del conjunto del estudiantado,
3. Y, por último, las universidades que más se movilizaron durante estos últimos meses fueron aquellas donde la Mane es débil o no tiene presencia, lo que permite concluir que quien controla la pelota en los actuales momentos no es la Mane sino el estudiantado supuestamente no organizado.
2. Que las asambleas llevadas a cabo no contaron con la participación del grueso de los estudiantes de cada universidad, y las reivindicaciones gremiales no son producto de los llamados de la Mane sino que surgen de la necesidad del momento y de la enérgica lucha del conjunto del estudiantado,
3. Y, por último, las universidades que más se movilizaron durante estos últimos meses fueron aquellas donde la Mane es débil o no tiene presencia, lo que permite concluir que quien controla la pelota en los actuales momentos no es la Mane sino el estudiantado supuestamente no organizado.
Dos conclusiones del evento
El llamamiento al paro nacional con cese de actividades el 16 y 17 de
octubre, que gira en torno a la financiación, instalación de una mesa
con el gobierno, la condonación de la deuda del Icetex, entre otras
reivindicaciones, si bien son exigencias validas, no son más que la
puesta en escena de las distintas agendas de las organizaciones, sin
retomar ni reparar en las propuestas de las bases del movimiento
estudiantil. Es decir, se avanza de espaldas a la lectura del momento
que muestra que no hay condiciones para mantener la lucha a través de
paros, que la forma de conseguir fuerza en la actualidad no es mediante
el cese de actividades académicas y menos en aras de darle curso a un
nuevo paro en el 2014 para impulsar la ley de educación propuesta por la
Mane e incidir en la política pública de educación que discutirá el
gobierno el próximo año.
Como segunda conclusión queda la posible reestructuración y
reelección de las vocerías a nivel nacional y regional en el próximo
evento de la Mane para el mes de mayo del 2014, ya que se ha evidenciado
la rigidez en la organización de la Mesa Amplia Nacional que ha
despertado la inconformidad entre muchos/as. Este hecho no es casual,
pues la situación ha reflejado cómo las vocerías son el trampolín para
potenciar las organizaciones e impulsarlas, o más bien deslegitimarlas;
debido a la flexibilidad que tiene cada vocero para decir abiertamente,
qué piensa de tal o cual situación sin el aval de la base estudiantil.
De ahí que las vocerías y la estructura de la Mane pretendan ser
redefinidas –y quizá reelegidas como curul en el Congreso–; mientras
tanto, la Mane se lanza al ruedo de frente al gobierno y contra el
movimiento estudiantil, en una escena donde la táctica ya está definida
pero no la formación.
El escenario gremial
Con esta realidad a flor de piel, y con mirada retrospectiva, hay que
decir que una de las principales razones por las cuales la Mane está
actualmente debilitada (más allá del fracaso y la mala lectura del
momento al suspender el paro del 2011, sin exigir garantía para
continuar con las clases y para abrir en el corto o mediano plazo el
debate del articulado de ley), por la falta de voluntad política de las
organizaciones al construir un escenario gremial de y para los
estudiantes.
Esta conclusión es derivable de un suceso real: de las conclusiones
de cada Mane, las tareas que ejecuta cada organización son las que
considera convenientes para su propia agenda política, con esto propicia
más divisiones al interior del movimiento estudiantil y le hace perder
legitimidad al espacio de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil. Prevalece
pues, en su interior, la disputa entre las organizaciones por
convertirse en un referente para el estudiantado; con vocación
vanguardista cada organización pretende transformarse en el sector que
recoge al estamento estudiantil.
La Mane replica los errores del pasado
Pareciera, por tanto, que la izquierda colombiana no entiende que
hacer política a puerta cerrada es inadecuado, que esa no es la manera
para conseguir victorias para el pueblo, ya que el oportunismo solo
genera desconfianza, además los acuerdos de este tipo propulsan una u
otra organización, y de hecho destruyen la posibilidad de fortalecer los
procesos de base; en el octavo plenario los acuerdos fueron más
latentes que nunca, cerrando la posibilidad del debate, y abriendo por
completo la puerta a la burocracia estudiantil, destruyendo con ello
toda posibilidad de aglutinar al gremio.
Mientras tanto, la ley está coja dentro del sector puesto que su
debate es mínimo, y un paro principalmente por financiación no soluciona
la problemática de fondo por la que atraviesa la educación superior en
el país; un paro en estas condiciones no es más que un intento para no
perder el protagonismo político –como lo dejaron entrever varias de las
intervenciones que se escucharon en el reciente evento–, donde muchos
quieren que la Mane atraiga la atención de las cámaras y de los ojos del
pueblo colombiano, como ocurrió en 2011.
En estas condiciones, las posibilidades de recuperar su protagonismo
son pocas, aunque no inexistentes. De ahí que el 2014 se traduzca como
el año en que la Mane pueda recuperarse o acercarse a su extinción.
Depende de todos/as que esto último no suceda, por ello es fundamental
que la expresión gremial y autónoma, sea concertada con el estudiantado,
logrando la unidad y no una presurosa apariencia.
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