27 de octubre de 2013

La MANE: Contradicciones, apariencias y retos

Luego del 2011, cuando el liderazgo de la Mane ganó un espacio en el acontecer nacional, vino su declive. Los meses transcurren y los errores suceden en su interior, también las contradicciones. ¿Qué depara el futuro próximo a esta organización del estudiantado universitario colombiano?

El pasado 5 y 6 de octubre tuvo lugar en Bogotá el octavo plenario de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (Mane). Las sorpresas que arrojó fueron varias, abriendo interrogantes y retos para el futuro cercano del movimiento estudiantil.

Desde las primeras horas del sábado 5 de octubre empezaron a llegar a la Universidad Nacional las distintas delegaciones que se acogen en la Mane, con la disposición de iniciar las discusiones del plenario que estaba citado a las 2 p.m.; esto era lo previsto, sin embargo, la búsqueda de acuerdos políticos mínimos por parte de las distintas organizaciones de estudiantes retrasó el inicio del evento hasta las 4:30 p.m.

Llama la atención la persistencia de este método impuesto dentro de las dinámicas de la Mane, que impide la discusión pública y colectiva de las agendas del estudiantado, por lo cual, no son pocos los que dejan sentir su inconformidad con un proceso que separa base y direcciones, impidiendo la realización de un debate público, en pro de una profunda y real politización y unidad dentro del movimiento estudiantil.

Los ejes


Al iniciar el evento se distribuyó la discusión en dos ejes principales: movilización y organización. Ambas mesas iniciaron con un balance general de los ánimos del sector estudiantil y el proceso de lucha desarrollado hasta el momento en diferentes instituciones de educación superior.

A partir de los informes brindados es posible referir:

1. Contradicciones entre lo previamente definido como eje de movilización estudiantil y lo realmente sucedido en las marchas del 28 de agosto del presente año. Los informes destacaron la intensidad de las movilizaciones efectuadas, las reuniones asamblearias y la lucha por reivindicaciones del sector, sin embargo, tras cada informe quedaba claro que las movilizaciones de agosto no fueron simplemente por las exigencias de la Mane ante el Congreso, sino que se sucedieron y ganaron amplitud por el apoyo y la solidaridad brindada con el paro agrario y popular,
2. Que las asambleas llevadas a cabo no contaron con la participación del grueso de los estudiantes de cada universidad, y las reivindicaciones gremiales no son producto de los llamados de la Mane sino que surgen de la necesidad del momento y de la enérgica lucha del conjunto del estudiantado,
3. Y, por último, las universidades que más se movilizaron durante estos últimos meses fueron aquellas donde la Mane es débil o no tiene presencia, lo que permite concluir que quien controla la pelota en los actuales momentos no es la Mane sino el estudiantado supuestamente no organizado.

Dos conclusiones del evento


El llamamiento al paro nacional con cese de actividades el 16 y 17 de octubre, que gira en torno a la financiación, instalación de una mesa con el gobierno, la condonación de la deuda del Icetex, entre otras reivindicaciones, si bien son exigencias validas, no son más que la puesta en escena de las distintas agendas de las organizaciones, sin retomar ni reparar en las propuestas de las bases del movimiento estudiantil. Es decir, se avanza de espaldas a la lectura del momento que muestra que no hay condiciones para mantener la lucha a través de paros, que la forma de conseguir fuerza en la actualidad no es mediante el cese de actividades académicas y menos en aras de darle curso a un nuevo paro en el 2014 para impulsar la ley de educación propuesta por la Mane e incidir en la política pública de educación que discutirá el gobierno el próximo año.

Como segunda conclusión queda la posible reestructuración y reelección de las vocerías a nivel nacional y regional en el próximo evento de la Mane para el mes de mayo del 2014, ya que se ha evidenciado la rigidez en la organización de la Mesa Amplia Nacional que ha despertado la inconformidad entre muchos/as. Este hecho no es casual, pues la situación ha reflejado cómo las vocerías son el trampolín para potenciar las organizaciones e impulsarlas, o más bien deslegitimarlas; debido a la flexibilidad que tiene cada vocero para decir abiertamente, qué piensa de tal o cual situación sin el aval de la base estudiantil.

De ahí que las vocerías y la estructura de la Mane pretendan ser redefinidas –y quizá reelegidas como curul en el Congreso–; mientras tanto, la Mane se lanza al ruedo de frente al gobierno y contra el movimiento estudiantil, en una escena donde la táctica ya está definida pero no la formación.

El escenario gremial


Con esta realidad a flor de piel, y con mirada retrospectiva, hay que decir que una de las principales razones por las cuales la Mane está actualmente debilitada (más allá del fracaso y la mala lectura del momento al suspender el paro del 2011, sin exigir garantía para continuar con las clases y para abrir en el corto o mediano plazo el debate del articulado de ley), por la falta de voluntad política de las organizaciones al construir un escenario gremial de y para los estudiantes.

Esta conclusión es derivable de un suceso real: de las conclusiones de cada Mane, las tareas que ejecuta cada organización son las que considera convenientes para su propia agenda política, con esto propicia más divisiones al interior del movimiento estudiantil y le hace perder legitimidad al espacio de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil. Prevalece pues, en su interior, la disputa entre las organizaciones por convertirse en un referente para el estudiantado; con vocación vanguardista cada organización pretende transformarse en el sector que recoge al estamento estudiantil.

La Mane replica los errores del pasado


Pareciera, por tanto, que la izquierda colombiana no entiende que hacer política a puerta cerrada es inadecuado, que esa no es la manera para conseguir victorias para el pueblo, ya que el oportunismo solo genera desconfianza, además los acuerdos de este tipo propulsan una u otra organización, y de hecho destruyen la posibilidad de fortalecer los procesos de base; en el octavo plenario los acuerdos fueron más latentes que nunca, cerrando la posibilidad del debate, y abriendo por completo la puerta a la burocracia estudiantil, destruyendo con ello toda posibilidad de aglutinar al gremio.

Mientras tanto, la ley está coja dentro del sector puesto que su debate es mínimo, y un paro principalmente por financiación no soluciona la problemática de fondo por la que atraviesa la educación superior en el país; un paro en estas condiciones no es más que un intento para no perder el protagonismo político –como lo dejaron entrever varias de las intervenciones que se escucharon en el reciente evento–, donde muchos quieren que la Mane atraiga la atención de las cámaras y de los ojos del pueblo colombiano, como ocurrió en 2011.

En estas condiciones, las posibilidades de recuperar su protagonismo son pocas, aunque no inexistentes. De ahí que el 2014 se traduzca como el año en que la Mane pueda recuperarse o acercarse a su extinción. Depende de todos/as que esto último no suceda, por ello es fundamental que la expresión gremial y autónoma, sea concertada con el estudiantado, logrando la unidad y no una presurosa apariencia.

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