Es una pinta famosa en los muros de esta ciudad. Pero no es
dable subestimar el contenido de las mentes, no hay mentes sin contenido, más
bien hay mentes reprimidas, azaradas por el miedo o por los perjuicios.
¿Miedo a qué?
Miedo a ser captados por las cámaras que con impuestos de
nuestro pueblo se instalaron como
mecanismo para afrontar e infundir más el miedo de las personas, para
quienes recuerden el proyecto de Manizales Segura, en estos tiempos atroces de
la Seguridad Democrática.
Miedo a ser tachado de antisocial o de violento, como si
rayar una pared se acercara tan solo un poco a la violencia cotidiana de los medios de
comunicación, que si subestiman la conciencia de las personas, peor aún la
manipulan de tal manera que llega a ser tildado de vándalo quien se atreve a
decir en una pared lo que los medios de comunicación se empeñan en callar.
Los muros generalmente nos dicen “secretos a voces”.
Otro de los miedos es a la persecución política, es como si
para los persecutores una frase o un dibujo definiera la complejidad que compone la mente de quien
valiente o cobarde mente para otros se atreve a rayar un muro.
Miedo a romper los paradigmas de
la estética generalizada, como si l@s diseñadores y artistas plásticos fuesen
los dueños de la expresión, como si una
persona de a pie, no tuviere la autoridad moral, política y estética para
pararse frente a un muro y hacer su pinta.
Cabe recalcar la subjetividad de
la belleza, como de los demás valores comunes en la sociedad, el vaivén entre
lo bueno y lo malo, lo adecuado y lo inadecuado, y la pugna entre costumbres de
diferentes comunidades o entre individuos.
¿Y cuáles son los perjuicios?
Tildar a quien raya o pinta un muro de desviado, lo cual en los términos actuales de homogenización
y normalización del pensamiento es un halago.
Creer firmemente, sin lugar a replica, que el hecho de rayar
atenta contra el patrimonio público, cuando se raya una pared de un bien
fiscal, con el argumento acertado de que la plata del estado es nuestra y
cuesta mucho pintar la pinta para recuperar la normalidad visual de los
espacios, que son nuestros, rayados por los nuestros.
Es preciso recordarles a los partidarios de esta apreciación
que son más los billones de dinero que se van en corrupción administrativa, y
que no es necesario pintar estos espacios y tachar las frases y dibujos, esta
es simplemente otra manera de luchar, apropiándonos de los espacios que no
detentan otro propietario diferente al pueblo.
Habrá quienes se sientan perturbados visualmente por los
rayones, escritos y dibujos en el espacio que consideran como propio, y en este
punto, es preciso hacer un juicio de
ponderación entre esta molestia, que constituye reacción al rayón, y la causa
original que motivó a quien ejerce su derecho a la libre expresión plasmando su
parecer en una pared.
¿Pesa más la perturbación visual o la perturbación de un alma
reclusa ensimismada?
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