Eduardo Galeano
-Aunque todos ya lo sepan-
-Aunque todos ya lo sepan-
Más allá de contar en un libro de
más de trecientas cincuenta páginas una realidad muchas veces dada a
conocer
por muchos, Eduardo Galeano hizo mucho
más por las letras de América Latina y
por los latinoamericanos en general, y es que si hubiera que definir a este
hombre en una sola palabra el calificativo de revolucionario aplicaría
perfectamente para su vida y obra, más allá de una distinción que resulta “Políticamente correcta” cuando una persona notable de la izquierda fallece.
Es que Galeano revolucionó su
vida misma y a través de esta las vidas
de muchas más personas. Fue un escritor rebelde, lejos de los círculos
literarios del sur del continente que en los tiempos del Boom Latinoamericano
se enquistaron en las facultades de filosofía y letras de las distintas
universidades. Eduardo Galeano era un obrero de construcción y cuando no lo
era, entonces hacía las veces de cajero de banco y en algún tiempo fue
mecanógrafo, quizás fue en este último oficio dónde se convenció de su talento
para escribir, afortunadamente estuvo lejos de los puristas del estilo y la
forma en la literatura, pues seguramente ellos le hubieran reclamado
credenciales intelectuales y académicas para aprobar sus textos.
Con 34 años su nombre dejó de ser
mencionado en los pasillos de las librerías de segunda de Uruguay y pasó a ser
una referencia para la juventud inquieta de américa hasta el día de hoy. Las
venas abiertas de América Latina resultó ser eso que la izquierda había
intentado decir por tanto tiempo dicho de una manera que resultaba cotidiana,
familiar y emotiva para los lectores, este libro con todas las reservas que ha
generado en los círculos académicos (esos que nunca fueron buenos amigos suyos)
y que el mismo reconoció ha sido hasta el día de hoy una manera de despertar a
la juventud para ver la realidad de un continente que se desangra aún en estos
días y es que no sería exagerado afirmar que desde 1971 han sido bastantes
quienes al haber leído aquel libro han decidido hacer lo más posible para
cambiar la historia del continente, para ver a los jóvenes de los días
siguientes a los ojos y decirles con la satisfacción que debe generar haber
logrado una realidad distinta que las venas abiertas ya no lo son y aquellas
páginas son el testimonio de una historia obligada a vivir pero a fin de
cuentas superada.
Amaba el fútbol y fue sobre este
tema al que dedicó su primera gran obra en 1968, 27 años después escribiría el fútbol a sol y sombra dónde narra con
su estilo refinadamente cotidiano de quien ha jugado en el barrio y ha visitado los más grandes estadios del
mundo la realidad bella y trágica de un deporte que mueve los sentimientos más
extremos de naciones enteras y que tristemente en su esfera profesional se
mueve por tres órganos encargados de hacer negocio, de venderlo sabiamente, de
alejarlo del barrio, de las horas libres de estudiantes, trabajadores y gente
del común en general sin tener en cuenta que es del barrio, del juego por el
juego de dónde salen las grandes estrellas que hacen del deporte que vuelve la
pelota una bandera el negocio que ellos quieren acaparar.
Como los hombres del sur que
decidieron escribir hizo historia con las letras, pero a diferencia de los
otros grandes escritores del continente, no hay un antes y un después de
Eduardo Galeano, simplemente fue él, escribiendo para sus futuros amigos, los
que aún no conocía. Como hombre políticamente incorrecto habló de lo que nadie
se atrevía a hablar, ni la izquierda más comprometida de sus días. Escribió de
lo cautivadora que es la cotidianidad, no fue la voz de los que no tenían voz,
hizo algo más interesante, ellos se volvieron su motivo de inspiración, el
grueso de su obra literaria habla de las reflexiones, romances, dramas y
aventuras de cualquier persona que habita este lado del mundo. Y es que al igual
que García Márquez, Galeano se dio cuenta que bastaba mirar alrededor en
cualquier lugar de América para darse cuenta que su realidad escrita en un
libro es casi tan hermosa y conmovedora como cualquier historia concebida en la
imaginación de cualquiera.
Con todo y esto, Galeano no sólo
habló del continente en que nació y vivió por fortuna y voluntad suya. Habló de
Sahara occidental y su calvario del que nadie más habla por no ser este un
territorio geopolíticamente trascendente, habló de palestina, habló de la
importancia de tomar conciencia sobre una enfermedad silenciosamente mortal
como la enfermedad de Chagas. Galeano mostró con sus palabras que era el mundo
entero y no únicamente un continente el que merecía atención de todos.
Nunca mencionó la lucha de clases
en alguno de sus escritos aunque siempre se declaró un hombre de izquierdas,
nunca formó parte de algún partido político aunque siempre tomó partido en
todas las situaciones que le incumbían (que eran la gran mayoría). Pero durante
más de cincuenta años ayudó a miles de jóvenes que hoy son adultos a ver la
vida con otros ojos y a estar un poco más atentos a la cotidianidad, no sólo
para cambiarla, también para contemplarla y enamorarse de ella y de quienes la
conforman. A pesar de que falleció, durante setenta y cuatro años siempre jugó
(Al futbol, al escritor, al periodista, al intelectual) y por eso siempre lo
hizo bien, y eso sólo es logro de alguien verdaderamente
revolucionario.
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