Por: Manuel Humberto Restrepo Domínguez
En lo corrido del siglo XXI la política Colombiana que se expresa en los espacios del poder no ha tenido siquiera la posibilidad de expresión a través de una agenda salida del centro político, menos de la izquierda. El andamiaje cartesiano liberal de centro, derecha, izquierda, fue derrumbado y reconstruido con materiales de derecha. Con el cambio de formula del ejercicio del gobierno en la constitución de 1991, al país se le mutiló la cuadricula del plano cartesiano que va del centro hacia la izquierda y el impulso pragmático de la globalización impuso como marco de referencia la agenda de derecha.
La izquierda fue empujada a una tendencia de conservación, en todo caso, sin escapar del marco institucional de la derecha. Algunos partidos y movimientos en la búsqueda del centro renunciaron y condenaron formas de expresión históricas como la lucha armada o el sabotaje a los medios de producción que hacían parte de las herramientas de la agenda constitutiva de la izquierda, mientras la derecha en cambio reforzó su accionar combinando todas las formas de agresión necesarias y útiles para desarrollarse y consolidar su programa.
El país fue transformado en un plano cartesiano sin izquierda en el que cada vez mas la derecha se aleja del centro hacia su propio extremo, como acaba de ocurrir según los resultados del reciente proceso electoral que pone a los dos candidatos a la presidencia, originarios de la misma formación política bipartidista, que ha mantenido el control del poder con la vieja y la nueva constitución, Santos y Zuluaga, en una lucha por conquistar el mejor lugar ya no cercano al centro si no entre el centro de la derecha y su extremo.
Los pilares teóricos de la democracia representados en igualdad, libertad y solidaridad están comprometidos en lo que ocurre, fueron tomados por la lógica del mercado que trasplantó de cada uno su medula. El estado social de derecho fue despojado de su responsabilidad política, económica y social con la ciudadanía y los derechos fueron enviados a la periferia del sistema como una de las partes inservibles a los propósitos de la agenda de derecha a la que no le importa el proceso de humanización, si no el de capitalización. Con esta lógica las cartas en juego para la nueva elección entre los elegidos en primera vuelta tienden a cerrar filas sobre los conceptos de Paz o Guerra, en los dos casos asociadas a la dejación de las armas como paso previo de inclusión política, pero no de creación de condiciones y marcos de transformación y eliminación de las causas que mantienen el estado de guerra convertido en instrumento de producción tanto discursiva, como normativa y económica.
Los empresarios globales, están incorporados a la agenda de derecha, ellos mismos son el motor que dinamiza las desigualdades que sostienen dicha agenda y sin las cuales no tendría sentido. Están asociados con potentados locales que hacen parte del 3% de la población privilegiada, conducen la economía a su antojo y muestran excelentes resultados de ganancias que van a sus bolsillos y bolsas de valores que llevan los excedentes del despojo producidos de un lado a otro produciendo exitosos resultados. Esas ganancias, excedentes o simples éxitos, no son cosa distinta que plusvalía, ese viejo instrumento que explica y pone en presente una lucha de clases vigente, que conduce a que los pueblos se levanten en armas unas veces, en movilizaciones silenciosas otras o los trabajadores detengan la producción de la riqueza cuando esta genera o profundiza la desigualdad. Tales excedentes son resultado de la buena gestión de la agenda de derecha, resultan humillantes entre las mayorías que cierran sus negocios de subsistencia o simplemente luchan con mas esperanzas que certezas por empleo, vivienda, escuela, salud, agua, alimento o inclusive por sobrevivir un solo día mas.
El capital global se reproduce mediante las agendas de poder de la derecha como resultado de las conexiones entre los grandes bloques de poder, cuyo comportamiento es el de un sistema en estado de guerra, acorazado en la retorica defensiva que todo el mundo está en estado de guerra contra el genero humano, cuando lo real es que son justamente los dueños del capital y del poder político quienes hacen la guerra, están en guerra contra las mayorías despojadas y las minorías negadas y necesitan de la guerra para conquistar el mundo entero y al amparo de esta retorica adjudicarse todas las riquezas que le sean posibles. No importa lo que haya que hacer, los detentadores del capital y del poder lo ordenarán y sabrán justificarlo con base en la agenda de derecha en nombre de las libertades y los derechos, como es recurrente ante asesinatos, genocidios, espionajes, crímenes y sufrimientos provocados, cínicamente presentados como daños colaterales, en razón a que consideran que su guerra es justa, inevitable y necesaria para la humanidad.
Colombia está aprisionada por una agenda de derecha y escaso margen de decisión entre desbordarse a la derecha y desandar los pasos dados contra la guerra con Zuluaga o quedarse en el centro de la derecha misma y seguir dando pasos hacia el cierre del conflicto con Santos.
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