“Invéntate un comité de derechos humanos, eche”: Gabriel García Márquez.
Hace 40 años el escritor se ganó un premio y con el dinero colaboró para la fundación del primer Comité de Solidaridad con los Presos Políticos.
Tomado de: Las2Orillas
En estos días está de cumpleaños el Comité de Solidaridad con los presos políticos, la institución de mayor data en la defensa legal y asistencia humanitaria a miles de personas que por su rebeldía armada, liderazgo social o simplemente por estar en la “zona gris” de la guerra de medio siglo y una cultura política autoritaria e intolerante han terminado en la cárcel, son 40 años ininterrumpidos desde que inició labores.
En su fundación participó Gabriel García Márquez, quien, en 1967, publicó la obra que lo consagró en la literatura universal y lo dio a conocer en todo el mundo, Cien años de soledad; con esta obra ganó el premio de novela Rómulo Gallegos en el año 1972, cuyo importe de 100.000 bolívares, cedió al Movimiento al Socialismo (MAS), grupo político venezolano liderado por Teodoro Petkoff que proviene de una negociación de paz en los años 60, hecho que en Colombia no fue visto con buenos ojos por algunos y causo maledicencias que mortificaron a nuestro Nobel.
En 1973, García Márquez gana el premio Books Abroad-Neusdadt de la Universidad de Oklahoma y con el antecedente del año anterior le pide a su buen amigo Alvaro Cepeda Samudio, que le ayude a ubicar un Comité de Derechos Humanos en Colombia, para donarle el premio recién ganado. Cepeda pregunta y pregunta, se apoya en Enrique Santos Calderón en las pesquisas y nada, la respuesta a Gabo fue: “eso no existe por estos lares” y la respuesta no se hizo esperar “invéntate uno eche”.
En 1973 se fundó el Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, institución que hoy sigue yendo a docenas de cárceles en el país, velando por los derechos de internas e internos, en su constitución aparecen como fundadores: la Federación colombiana de Educadores, Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, La Unión sindical Obrera el sindicato de trabajadores del Banco popular . Gabriel García Márquez, Enrique Santos Calderón, Hernando Corral, Diego Arango, Nirma Zárate y Jorge Villegas.
Aquí una entrevista reciente a Enrique Santos y Calderón y Hernando Corral, donde rememoran el año de 1973 y la fundación del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, que hace parte de una multimedia producida en ocasión de los 40 años, la entrevista se encuentra en la sección de historia, en el link de 1970.
tomado de: Rebelión
Escrito por: @Camilagroso
Al ponerle el protagonismo de la vaina a Gabo y al hermano del Presidente, se omite el asunto de fondo, que no tiene nada de chistoso, ni de fantasioso; el Estado -igual que hoy- violaba los Derechos Humanos de modo sistemático, atroz y generalizado. La picana, los jueces militares, el tiro de gracia, la desaparición en cualquiera de sus variantes, las agujas entre las uñas, los ahogados en medio de las torturas, todos esos sinónimos de tres palabras archi-conocidas: Estado de excepción. Hubo una diferencia, original del momento, y radicaba en las atrocidades por mano propia, toda vez que no se había delegado el trabajo sucio a los grupos paramilitares.
El artículo lo encabeza una fotografía de García Márquez junto a Santos Calderón, pero en la mitad hay un misterioso protagonista que apenas es reseñado, un tal Noel Montenegro, un tipo sin importancia. Es la tercera vez que me encuentro esa fotografía en la que Santos parece dormido, Gabo esquiva la mirada y el misterioso bigotudo de la mitad enfrenta la escena recio, firme, con semblante de gavilán hosco. En todas las versiones que he leído, los protagonistas de la foto son los famosos de los costados. Poco o nada se sabe sobre el hombre del medio.
El artículo lo encabeza una fotografía de García Márquez junto a Santos Calderón, pero en la mitad hay un misterioso protagonista que apenas es reseñado, un tal Noel Montenegro, un tipo sin importancia. Es la tercera vez que me encuentro esa fotografía en la que Santos parece dormido, Gabo esquiva la mirada y el misterioso bigotudo de la mitad enfrenta la escena recio, firme, con semblante de gavilán hosco. En todas las versiones que he leído, los protagonistas de la foto son los famosos de los costados. Poco o nada se sabe sobre el hombre del medio.
Conocí la imagen a manos de su protagonista olvidado. Montenegro me la mostró una mañana en su casa mientras explicaba que él siendo Presidente de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, junto a un enredo de sindicalistas, activistas sociales, líderes barriales y trabajadores, colaboró en la fundación del emblemático Comité ante la arremetida de represión que las organizaciones populares estaban sufriendo durante el gobierno conservador de Misael Pastrana. En ninguna de las publicaciones donde aparece la fotografía se habla de esa otra parte de la historia, la de un movimiento social masivo, en ascenso, que tenía sus propias figuras, sus propios líderes salidos del barro, sin apellidos sonoros, ni parentela con propiedad en los periódicos. Esos otros protagonistas no se ganaron ningún Nobel, por una razón bien terca: ellos eran los que se ganaban las torturas, las atrocidades o las temporadas en La Modelo, como el propio Montenegro, al que todavía se le erizan las canas recordándose colgado de las piernas en el Cantón Norte, antes de ser arrojado de cabeza a un tanque con agua justo en el momento que la artista Nirma Zárate, del mismo Comité, llegaba a la guarnición a exigir su liberación.
¿Y si no llega Nirma qué pasa? Le pregunto. Él, apunta esa mirada de gavilán caminero, antes de soltar al vuelo: “No estaría yo acá echando el cuento.
El desprecio de la prensa y la historiografía oficial por esos rostros humildes, templados al calor de los fogones en leña y los golpes del azadón, descubre una versión de próceres y hombres notables, pertenecientes a las élites capitalinas, esos que gestan los acontecimientos magnos de la nación desde hace cinco siglos en las enciclopedias. Resulta bien ilustrativo que hasta para pontificar sobre la mancillada izquierda, haya que acudir a un miembro -descarriado unos años- de una de las familias más tradicionales y poderosas del país. Castas que monopolizan todo, se dan el lujo de acaparar incluso el papel de las masas sociales sin rostro, sin nombre y sin abolengos, las que de verdad ponen muertos, llenando las calles. Las que sacuden gobiernos. Dan cólicos las abundantes versiones de la reforma agraria que sólo tienen créditos para Lleras Restrepo, el incapaz que nunca cumplió sus promesas, sin mencionar a los millones de terrajeros que a fuerza de machete, sudor y sangre, desalambraron los latifundios. Da rabia pero no se recuerda que Ecopetrol, empresa insigne de la nación, existe porque un sindicato obligó con una huelga a qué el Estado la creara. El mismo sindicato que contribuye con la cifra más alta de miembros asesinados, sumando a esa estadística del horror que es la aniquilación de trabajadores organizados en Colombia.
Otro relato de las cosas quiere darle la voz a los mudos por imposición. A eso se refería Walter Benjamin cuando decía que incluso en el terreno de la historia, era necesario forcejear para no permitir que los vencedores se apropiaran de los hechos, fabricando versiones arrogantes.
Esta foto que resume la fundación del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos es importante por lo que no muestra, por el drama que oculta. Vamos a examinarla con detalle: mientras Santos Calderón cierra las pestañas y García Márquez mira para otro lado, en los ojos del campesino Noel Montenegro quema la candela de la furia. La furia es la verdadera historia, que nos puede enseñar por qué los Derechos Humanos en éste país siguen siendo hoy una fábula macondiana, ficticia. Y tan inexistentes como las imaginerías retorcidas del realismo mágico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario