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Quiero en este escrito acercar los importantes y valiosos
aportes del libro de Herbert Marcuse (Contrarrevolución y revuelta) a la
Universidad Nacional.
¿Qué ha pasado con la Universidad crítica y preocupada
ante la realidad? ¿Se ha cambiado por un cartón, o por un sueldo?¿No es posible
salir de las garras del mercado ni intentar cambiar la totalidad? Con respecto
a esto, es de vital importancia plantear la manera en que la izquierda (como
alternativa ante la totalización de la civilización unidimensional) se enfrente
a la realidad de la Universidad.
Contrario a lo que piensan varios profesores, la izquierda
no es un pensamiento acabado, anacrónico, minusválido, ni nada por el estilo.
Es más constituye la única opción crítica en la actualidad regida por el
pensamiento único. Con izquierda no me refiero a masacres en la URSS, a Estados
obesos, ni a dogmatismo, la izquierda en la contemporaneidad se convierte en la
crítica al modo de producción problemático. No es otra cosa que darse cuenta
que el capitalismo tiene TODOS los medios para acabar la pobreza y la miserira
en todo el mundo, lo malo es que la pobreza y la miseria son funcionales, eso
no nos importa.
Esa es la convicción del revolucionario, a la persona
auténticamente de izquierda, los medios por los cuales se le dedique a tal
pesquisa podría dar lugar a otro ensayo.
Bárbaro e indignante es levantarse un día y plantarse
frente a un computador para ver como la Universidad Nacional ha sido invadida
por la irracionalidad del Estado. Se sabe que (hablando en términos de culpa)
los causantes del pisoteo del campus son las directivas que no pueden hacerse
cargo del problema de drogas en la UN, es más, siguiendo la jerarquía hacia
abajo sabemos que son los celadores de VISE, para ellos es funcional el
desorden del aquelarre. Empero, para el policía es funcional que se consuma ya
que podrá entrar y apalear ánimos de crítica e infudir el miedo, esa es la
famosa contrarrevolución. Aquí entra Marcuse, el gran abuelo nos dice, este es
uno de los grandes mecanismos de defensa del capitalismo, la acción violenta, y
los estudiantes no podemos responder con flores y besos, aunque la ideología
dominante lo recalque así.
La integración de todas las esferas a la estructura
mercantil, hace que se nos realice (por fuerzas ajenas) una introyección de la
lógica del sistema en nuestras cabezas. Estamos configurados cual computador,
para ver todo en términos de ganancia y pérdida, en términos de egoísmo y
competencia. La competencia es buena en el juego, pero en la vida pudre los
cánones de la naturaleza. Como buenos hijos de esta era, por tanto, tenemos la
nombrada introyección impresa en nuestro pensamiento, y nuestras aspiraciones
están escindidas, son individuales, y se limitan al sueldo de cuando
trabajemos.
La introyección radical ha sido conceptualizada por
Marcuse como protofascismo, y el protofascismo en la Universidad lo vivimos
cada día, cuando una persona se arma de fuerzas para desbloquear un edificio
porque le importa pírricamente el problema de el del lado, cuando se quieren
pintar las paredes de blanco porque no se ven ordenadas, o cuando se “agrede” a
la propiedad, se le “injurea” en lo hondo de su “corazón” y se pega un “grito”
de indignación en internet, en espacios de lo más estúpido.
La naturaleza como sujeto de acción se le rebela al mismo
capitalismo, mostrando su fuerza desde los problemas del calentamiento global,
e incluso nos toma a nosotros como banderas de la rebelión, desde la enfermedad
como manifestación de que todo está mal, en el caso de la Universidad vivimos
al lado de las ratas y el agua contaminada, y eso no nos importa.
Todo lo anterior constituye la crítica, la crítica a la
ideología homogeneizadora dominante, pero ¿Qué hacer?
El movimiento estudiantil debe ser fortalecido, no para
aspirar solamente a la ley alternativa que le de soberanía al mismo, sino para
formar el gran conglomerado de personas que están convencidas de que no se vive
bien cuando un norteamericano consume 10 veces más basura que nosotros. Los
estudiantes por ejemplo (y haciendo referencia a Marcuse) tenemos gran aptitud
para el arte, y el arte es subversiva en el momento mismo de expresar lo que no
cabe en este mundo, por eso la tarea no es solamente volver a hablar con la
gente y construir lentamente el movimiento ciudadano, sino que el deber es alzarse
con las banderas de la literatura, la pintura, la escultura… en la excelencia,
para mostrar lo otro que es posible junto con la fuerza ética, moralmente
cercana a la vida.
Por último quiero insistir en que no es posible hacer
respetar nuestro campus con abrazos y cariños a policías. En la sociedad
orwelliana en donde se nos juntaron sin darnos cuenta los polos (Policía –
Universidad) desde los hechos y las palabras (por ejemplo la guerra es paz, y
la paz es guerra para Santos), la alternativa no es el simple hecho de la
violencia, porque la inmensa fuerza del Estado puede volverse. El derrotero a
seguir sin duda es la organización unificada de todo el que no se atreva a
seguir respirando en este hueco.
David Palacios
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