En
los últimos días, las dos Universidades Públicas más grandes del país
se han inmerso en el proceso de designación de rector. A este proceso,
han asistido varios invitados: camarillas de profesores lagartos
buscando el beneplácito del candidato más opcionado, personajes que de
nuevo se apoltronan en los cargos administrativos y que no difieren en
nada de las figuras de dictadores autoritarios, dudosos resultados de
encuestas que buscan legitimar los resultados, individuos con propuestas
consecuentes con los planes educativos estatales que con tanto ahínco
rechaza el grueso de la comunidad universitaria. Entre todos ellos hace
falta un invitado que se supone debería ser el primero en acompañar no
solo este, sino todos los procesos de las universidades públicas: La
democracia universitaria.
Es
triste no verla, no saber dónde está; es triste ver como quien debería
engalanar la fiesta, fue dejada por fuera de ella, todo, por un montón
de pirañas burócratas, de grandes megalómanos…
En
la Universidad de Antioquia, el señor AUC (Alberto Uribe Correa), fue
designado por el consejo superior universitario para continuar en su
trono por tres años más. Esto, no sin ciertas irregularidades que se han
vuelto una constante en la administración del alma mater de los
antioqueños. En la “consulta” realizada a los estudiantes, se supone que
el ganador indiscutible fue el señor Correa, esto es extraño si se
tiene en cuenta la falta de legitimidad evidenciada por parte de los
estudiantes frente al gobierno dictatorial de este personaje.
Más
allá de esto, lo que hay que preguntar es ¿dónde está la democracia?
¿Por qué los profesores, estudiantes y trabajadores son solamente
consultados? ¿Es este un modelo de gobierno que responde a una
institución denominada pública?
En
la Universidad Nacional, “la universidad de todos los colombianos”, la
situación no es muy diferente, aunque el proceso de designación de
rector no ha terminado, los mecanismos utilizados no difieren mucho del
ya expuesto: la “participación” se reduce a una consulta que a la hora
de la verdad no tiene ningún peso en la decisión final, una decisión que
nos afecta a todos, y que así, debería ser tomada por todos.
Con
todo lo mencionado, es importante entonces, emprender la búsqueda de la
democracia universitaria: una democracia que sea más que demagógica,
una democracia que nos haga ser realmente participes de la construcción
de la universidad, una democracia basada en los principios del
co-gobierno, que trascienda lo consultivo y donde realmente se
represente lo público que se supone que tenemos.
Via universidad pública resiste
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