En
los últimos días se ha escuchado desde la comunidad científica internacional la
noticia de que el Ártico se está derritiendo de manera alarmante e inesperada. Incluso
ahora se pronostica que éste desaparecerá entre el 2016 y el 2050, ya que en
imágenes de la NASA, se evidenció que el hielo del Ártico se ha reducido casi a
la mitad en los últimos 30 años y que en enero se había derretido en extensión
casi igual a la de México.
Este
deshielo se viene agravado desde el 2007 y se han registrado grandes pérdidas
de los casquetes polares gracias a las emisiones de carbono que han acelerado
el calentamiento global. El problema se hizo
más grande cuando un ciclón que se formó en Alaska llegó hasta el Ártico donde
golpeó una capa de hielo haciendo que esta se rompiera y se derritiera.
Se
dice que en el año de 1980 habían más de 15 millones de m2 de
hielo y ahora tan solo 960 mil km2. Todo es dado al desarrollo de las industrias desde los años 70 hasta el
presente, quienes han sido las directas responsables porno reducir sus
emisiones de CO2 y más bien aumentarlas.
Con
el registro de la elevación de la temperatura está proyectado que en el verano
del año 2016 haya desaparecido por completo el ártico. Éste año, por lo tanto
será el inicio de una nueva era donde será más difícil conseguir alimentos,
habrá escasez de agua y serán más frecuentes los fenómenos naturales.
Ante
ello los gobiernos e industrias no se han dado a la tarea de preocuparse por el
calentamiento global; por el contrario, parecen interesados en nuevas rutas de transporte marino que se
originarían por el derretimiento del polo, y en lo hallazgos que se han
encontrado en el ártico de grandes cantidades de gas y petróleo.
Hay que recalcar que los polos son parte fundamental del planeta tierra y vital para la existencia de especies como los osos polares. Ésta sociedad consumista nos enseña a comprar, usar y botar sin una conciencia de reciclaje, del ahorro de energía, ni de comprensión del concepto de “basura”. Ella misma no nos ofrece más que “alternativas verdes” que mitigan la responsabilidad con el planeta y desvían la discusión fundamental: el origen de las basuras, las industrias. Ahora ni los científicos conocen el futuro del Ártico ya que los fenómenos climáticos son inciertos; mientras ellos siguen con sus estudios inciertos, los demás habitantes de este mundo seguirán destruyendo lo poco que queda de naturaleza.
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