En domingos como hoy, una gran masa de estudiantes no se siente preocupada por la prueba del ICFES porque saben que a pesar del resultado, por la situación económica de sus familias deberán empezar a trabajar para el estudio de sus hermanos, otro tanto se encuentra sumamente nervioso porque es consciente que necesita un puntaje alto para competir por una beca y lograr estudiar, y otra masa casi invisible va al examen por obligación, ellos quieren irse de viaje antes de entrar a estudiar administración de empresas.
Sin embargo, este examen que busca evaluar la calidad de la educación secundaria en Colombia cumple con ciertos criterios de acreditación del conocimiento, como forma de evaluar la productividad. Para entender mejor la situación, y al calor del fomento de la privatización de la educación nos damos cuenta que según el ICFES para el año 2010, de los 100 mejores colegios 98 eran privados y 2 públicos; un dato que no solo demuestra la precaria calidad de la educación publica secundaria, sino que permite crear un reaking de colegios ubicando a las "empresas educativas" en los primeros 100.
De esto se desprenden varios aspectos, el primero es que la mayoría de las personas que quieren acceder a una beca necesitan un buen puntaje, y según el ICFES unicamente 2 colegios públicos están entre los mejores 100, por tanto para ganar esta beca tuvo que haber estudiado en un colegio privado, lo cual quiere decir que las becas no se las van a ganar las personas que más lo necesiten, pues su educación no entra en dicha competitividad por la precaria calidad que reciben.
El segundo surge desde el concepto de calidad, porque el ICFES evalua por criterios internacionales de calidad, y lo que busca es que los colegios respondan a ciertas dinámicas argumentativas y própositivas de orden mundial. No es por casualidad que los resultados de estos procesos de evaluación aparescan en la revista dinero, a la par de las 100 mejores empresas.
Ademas, la creatividad de un estudiante, su propositividad, no se evalua en una hoja y con un lapiz, con métodos que limitan, reducen y focalizan el aprendizaje a lo que puede medirse en el instrumento. La creatividad y la propositividad se forman y se evaluan cuando comprendemos que las problemáticas no son ajenas a la academia, sino que desde el mismo salón reproducimos la segregación, la competitividad y la envidia.
Es por todo esto, que las pruebas ICFES, tanto saber 11 como las pruebas saber Pro responden a un proceso de acreditación de la mano de obra, con ciertos criterios de competitividad en el marco del mercado. Por eso se debe erradicar la obligatoriedad de estas pruebas, pues son un fomento de la competitividad por productividad entre los centros educativos, dejando de lado muchos aspectos de la formación de seres humanos.
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