ESTE ES UN ESCRITO ENVIADO POR UNA REPORTERA REBELDE DE LA FACULTAD DE EDUCACIÓN DE LA UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL:
LA EDUCACIÓN COMO ESCENARIO DE RESISTENCIA FRENTE A LA OFENSIVA DE
LAS POLÍTICAS NEOLIBERALES
“Otro mundo y otra universidad no sólo son
posibles como un ideal remoto, sino como un proyecto concreto en construcción”
Hugo
Aboites
En las diversas etapas de constitución del
capitalismo como sistema y estructura en el cual se manifiestan las relaciones
de producción, se han evidenciado las maneras de actuar de este para lograr su
hegemonía, es decir, el mantener e imponer su poder en un determinado espacio.
En este sentido, es posible considerar que para ello este nuevo orden social y
económico recurre a diversos mecanismos de control, desde el uso indiscriminado
de la violencia física (haciendo alusión a su carácter depredador) hasta el
manejo e incidencia abrupta en las perspectivas de conocimiento, que en otras
palabras se denominaría violencia epistémica. Estos dispositivos, en América
Latina, trajeron consigo todo un proceso de dependencia en la medida en que los
ejercicios simbólicos (violencia epistémica) y prácticos (violencia física)
iban determinando las formas de leer la realidad, volviéndola unánime,
homogénea, lo cual implicaba que los sujetos no se reconocieran como
protagonistas de la historia, ni lectores y escritores de la misma, quizás por
miedo, ignorancia o conformismo.
Por esta razón, no es ajeno pensar que dentro
de las lógicas de poder y los procesos
de consolidación del patrón de dominación y acumulación capitalista se
subordine, en palabras de Sousa (2003), los Estados nacionales a las agencias
multilaterales o a bloques económicos con gran influencia y poderío en el
territorio latinoamericano; esta situación, genera un debilitamiento del Estado
porque precisamente se ven amenazados por las ya mencionadas agencias y
multinacionales. En este sentido, Sousa (2003) plantea que “el Estado debe intervenir para dejar de intervenir” y este es el
caso que en el marco de los proyectos neoliberales el Estado debe ser participe
en la elaboración y puesta en marcha de las políticas de ajuste estructural y
de estabilización económica promovidas por estas entidades, pues lo que se
busca es aplicar una de las máximas del neoliberalismo que es privatizar lo
público.
Con base en estos planteamientos es importante
cuestionarnos sobre ¿Cómo se concibe a la educación en las políticas y
proyectos neoliberales? ¿Es posible hablar del derecho a la educación en dichas
políticas? Y Por último ¿Qué importancia tiene el generar y potenciar procesos
contrahegemónicos, de movilización y resistencia frente a la actual coyuntura?
En primer lugar, la educación superior, en el
marco del capitalismo, se constituye como componente clave en la lógica de
mercado; por ende, deja de concebirse como espacio público para la socialización
y producción de conocimiento. En este sentido, la incidencia del neoliberalismo
en el ámbito educativo se entiende en clave de privatización, es decir, bajo la
noción de que las instituciones educativas se conviertan, como lo menciona
Renán Vega (2011), en “empresas de
conocimiento”, empresas que para su funcionamiento requieren de individuos
que tengan la capacidad de reproducir las lógicas mercantiles en la mal llamada
“sociedad de conocimiento” (Vega,
2011), lo cual resulta siendo irónico porque primero no ejerce su función de
sociedad y mucho menos de conocimiento porque como se ha evidenciado, las
políticas neoliberales llevan una serie de prácticas encaminadas a la
desvalorización del conocimiento puesto en términos de compra-venta.
De aquí que Estrada (2002) enuncie que la educación
vista desde los proyectos neoliberales se configura en un escenario en el cual
se negocia, un escenario de “valorización
capitalista”, un espacio permeado casi en su totalidad por términos tan
comunes y devastadores, como lo son el costo-beneficio. De modo que no es
problema afirmar que el neoliberalismo, desde una perspectiva mesiánica, se
plantee como propósito el organizar las relaciones que se manifiestan en el
ámbito social de acuerdo a las lógicas mercantiles, esto implicaría, someter a
la sociedad a la tan codiciosa y ambiciosa “ley
del valor”, siempre destinada a intereses particulares.
Por otra parte, Leher (2010) considera que el
neoliberalismo como ideología se centra en la defensa del libre mercado, en
garantizar la extracción de plusvalía y su apropiación por parte de unos
sectores específicos. Es así, que este autor afirma que el Banco Mundial (BM) como
sector financiero se ha convertido en los últimos tiempos en el mayor
organizador de las políticas neoliberales en Latinoamérica, sin embargo, no
queda duda de que éste como mecanismo de toda una maquinaria depredadora, se
caracteriza por la capacidad que tiene de irrumpir abruptamente en la
organización de las luchas sociales. Si bien esto nos alerta sobre esa amenaza
y ofensiva privado – mercantil que existe contra lo público, porque en cierta
manera se ve en este ultimo un potencial en cuanto a su respectivo
funcionamiento en la prestación de servicios para empresas de esta índole.
En segundo lugar, es relevante mencionar que en
las políticas y proyectos de carácter neoliberal se rompe con la concepción de
la educación como un derecho social puesto que esta dinámica busca adaptar,
adecuar e imponer principios y ejercicios mercantiles en la práctica
educativa. No se puede entender a la
educación como derecho social en un mundo que ante la ofensiva neoliberal y su
afán privatizador se conciba como mercado (Díez, 2010), haciendo que dicha
práctica se convierta en cualquier producto o mercancía que se compra y se
vende.
Es así, que frente a la negación de su carácter
social, político y ético en las ya mencionadas políticas, la práctica educativa
se convierte en un asunto privado, en donde también se configuran las maneras
de entender las relaciones sociales existentes en ella, es el caso de trabajar
en el sentido clientelista de quien vende el saber y quien lo consume, es
decir, estar inmersos en una lógica de mercantilización del saber implica
sustituir lo educativo por el valor; aquí, es necesario hacer énfasis en cómo
los escenarios educativos se van diluyendo en su función esencial, porque así
como la educación es concebida, desde una perspectiva neoliberal, como
cualquier producto, los lugares de enunciación de la misma (educación) se ven
como organizaciones productoras de servicios.
Cabe recordar que la noción de Derecho surge al
calor de las luchas sociales, emergiendo de esta manera, como conquista lograda
por sujetos que reivindican su actuar en la historia. Aquí, es indispensable
ver que los derechos en el marco del neoliberalismo corren un gran riesgo
porque debido a la (re)presión generada por los procesos de acumulación es poco
probable que asuman su función en un sentido amplio, es decir, que estamos ante
una realidad que desconoce los derechos sociales para enaltecer a aquel y único
derecho permitido por las estructuras dominantes “el derecho a la propiedad
privada”. De aquí, que en las políticas neoliberales no se conciba a la
educación como un derecho, sino como servicio, pues bien, no estamos ante un
mundo que reconozca a las relaciones humanas como una lógica posible. En resumen,
frente a la problemática de la debilidad y cumplimiento de derechos la sociedad
latinoamericana ha olvidado su compromiso en cuanto carece de aquello que
Gallardo (2007) denomina, “cultura, una
sensibilidad generalizada hacia derechos humanos y ello porque nuestra historia
económico-social no es la historia europea”
Por último, la importancia de generar,
potenciar, fortalecer y dinamizar prácticas de resistencia en los escenarios
educativos radica en romper con los esquemas ideológicos de dominación como
condición necesaria para generar proyectos alternativos que contrarresten las
consecuencias generadas por el actual (des)orden social. De ahí que la
movilización se constituya en esa lucha por rescatar lo pedagógico en los
procesos organizativos. Es devolverle ese carácter eminentemente congruente con
la historia, porque como hemos visto, la educación no es un proceso neutral ni
mucho menos ahistórico, es entender que la educación como proceso de liberación
esta llamada a convertir su práctica en una praxis política que se evidencie en
sus prácticas de formación socio-política, es decir, una verdadera praxis con
un horizonte de transformación.
En conclusión, la educación al ser un hecho o
fenómeno social esta puesta en función de un sistema capitalista a través de
las políticas neoliberales; al estar subordinada a este gran sistema su campo
de acción se limita. En esta medida, el objetivo de la educación como práctica
liberadora se invisibiliza gracias a las prácticas hegemónicas que el sistema
instaura en todos los ámbitos hasta el punto de concebirla como servicio,
deslegitimando así la educación como derecho fundamental; entonces, los
escenarios educativos (escuelas, universidades, institutos, etc.) al situarse
en el lugar del mercado están destinados a una permanente y continua pérdida de
su identidad social, de sus amplios y múltiples horizontes de transformación al
subordinarse a las necesidades e intereses de grupos minoritarios que detentan
poder.
Sin embargo, al existir esa deslegitimación de
la educación como derecho se gestan movimientos que sin lugar a dudas han
marcado a través de sus luchas la reivindicación de sus derechos, luchas que
siembran y permiten que la educación sea la praxis liberadora, parafraseando a
Freire, que la educación se convierta en la reflexión y acción del hombre en el
mundo para transformarlo. De esta manera, las lecciones de dignidad emprendidas
por los estudiantes, maestros, trabajadores, padres y demás sectores sociales
que asumieron el compromiso de llevar a cabo procesos de resistencia desde sus
lugares de enunciación, esto se constituye en el germen de una lucha que va más
hacia lo estructural, entendido como la necesidad de cambiar desde una
perspectiva totalizante el sistema para que pueda comprenderse otro tipo de
educación. Entonces, ¿Estamos dispuestos
a asumir un proyecto socio-histórico de colocar en un primer lugar las razones
pedagógicas, sociales y culturales para llevar a cabo procesos de
transformación? ¿Quizás, la importancia de recuperar el carácter emancipatorio
de la educación a partir de nuestra praxis?
BIBLIOGRAFIA:
·
DE SOUSA, Boaventura. La
universidad en el Siglo XXI: Para una reforma democrática y emancipadora de la
universidad.
·
DIEZ, Enrique. La globalización
neoliberal y sus repercusiones en educación. 2010.
·
GALLARDO, Helio. Derechos humanos y
Globalización en América Latina. Entrevista de Jürg Schiess para ILSA, 4 de
junio del 2007.
·
LEHER, Roberto. Por una reforma
radical de las universidades latinoamericanas. En: Capitalismo dependiente y
Educación: propuestas para la problemática universitaria. Primera edición.
Rosario. Homo sapiens ediciones, 2010. 380 p.
·
MEJIA, Marco Raúl. Movimiento
Pedagógico. Una búsqueda plural de los educadores colombianos. Segunda edición.
CINEP. 1987.
·
VEGA, Renán. Contrarreforma
educativa en Colombia…¡Bienvenidos a la universidad de la ignorancia!
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